Elisa McCausland

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Por Mª José Alés

 

 

Coincidiendo con el estreno de la película Wonder Woman, la editorial Errata Naturae ha publicado el libro de la periodista, crítica e investigadora madrileña, especializada en cómic, feminismo y cultura popular Elisa McCausland en el que ésta realiza un exhaustivo y extraordinario análisis del personaje, desde su creación por William Moulton Marston en 1941 hasta la época actual.

Wonder Woman es uno de los personajes de tebeo más célebres de todos los tiempos. Pero, además, representa como ningún otro los superpoderes de un feminismo que se alza desde el propio territorio de la cultura popular y sus códigos. El libro, que cuenta además con ilustraciones de Carla Berrocal y Natacha Bustos y con los testimonios exclusivos de figuras íntimamente ligadas al universo Wonder Woman, hace justicia a estos dos aspectos de la amazona —que resultan indisociables— a través de un relato que nos lleva por sus sucesivas etapas, o vidas, como criatura de ficción, así como sus sinergias y entrecruzamientos con las mujeres activistas de los siglos XX y XXI. Todo ello sin olvidar la propia relevancia del personaje en la historia del cómic, la televisión y el cine, al igual que su condición de marca e icono cultural y político.

 

Antes de comenzar, le confieso que los únicos conocimientos del personaje que Ud. estudia tan detalladamente en su libro me los había proporcionado la serie The Big Bang Theory. Quizá por esa razón lo que cuenta me ha interesado de tal manera que he leído el libro dos veces, una antes de ver la película que acaba de estrenarse y otra después. Así que partiendo de mi entusiasta descubrimiento, se me han ocurrido bastantes preguntas, de las que, por cuestiones de espacio, sólo puedo formular unas cuantas.

 

Me alegro mucho, pues es cierto que en los canales mainstream, más concretamente en las series de televisión, los guiños más recientes han estado, precisamente, en ese tipo de referencias. La legitimación de la cultura nerd y friki –tal y como estudia la socióloga Cristina Martínez en su libro ´Dentro del laberinto friki»– ha traído al gran público, por medio de juegos y sinergias, personajes como Wonder Woman.

 

 

Afirma Ud. que la intención del escritor, psicólogo e inventor estadounidense William Moulton Marston, al crear en 1941 bajo el seudónimo de Charles Moulton, al personaje de cómic Wonder Woman, en una circunstancia histórica determinada (Segunda Guerra Mundial) fue eminentemente pedagógica, deseaba que se convirtiese en la “superheroína suprema, que inspiraría a las mujeres a ser ellas mismas y a conquistar el mundo”. ¿Cuánto influyeron en esa intención su esposa Elizabeth Holloway y su compañera y amiga de ambos Olive Byrne?

 

Wonder Woman es producto de las circunstancias históricas constitutivas que atravesaban a todo el clan Marston. William Moulton Maston fue la imagen visible de ese clan, el anfibio cultural que, finalmente, tuvo éxito en una de sus empresas con la cultura popular como aliada; gracias a un personaje de comic book en el que se daban cita todas las investigaciones previas y experimentos llevados a cabo por el propio clan.  No sé bien cómo se pueden medir las conversaciones, los momentos de inspiración, las sublimaciones a la hora de escribir, pero, por lo que se sabe de la heterodoxa relación del clan, Olive Byrne y Elizabeth Holloway fueron capitales para la creación y posterior producción de Wonder Woman; hasta el punto de que, tras la muerte de Marston, Holloway ofreció sus servicios como guionista a la editorial para que Wonder Woman no abandonara una filosofía que tan bien comprendía esta familia.

 

 

Los guiones que escribe Moulton Marston para el cómic, que será ilustrado por Harry G. Peter y publicado por All Star Comics, están fundamentados en la mitología griega: Wonder Woman debía ser bella como Afrodita, sabia como Atenea, más rápida que Hermes y más fuerte que Hércules. ¿Un cómic exigía estar tan seriamente fundamentado?

 

La mitología era importante, pero no tanto como fundamento sino como excusa pulp para poder crear una mitología propia. La prueba está en que, aquellos guionistas que se han ceñido a los mitos griegos sin darles una vuelta de tuerca crítica, lo que han terminado reproduciendo es un discurso completamente contrario a la esencia feminista que encontramos en los primeros cómics de Wonder Woman.

 

 

Aparece así una amazona nacida sin intervención del hombre, formada por mujeres en una Isla Paraíso, educada en el ejercicio de la voluntad, en la que cuerpo y mente se alinean en pos de un bien mayor que tiene como objetivo traer otras maneras de hacer, otras maneras de ser al mundo patriarcal. ¿En 1941 no eran estos conceptos auténticamente revolucionarios?

 

Tengo la impresión de que, en el marco de la cultura popular, esos conceptos fueron revolucionarios entonces, pues su filosofía llegó a través de los cómics a millones de jóvenes; y, lo que me parece más interesante, y habla de lo extraña y especial que es Wonder Woman, así de cómo parece que todo cambia para que nada cambie: son conceptos que siguen siendo revolucionarios a día de hoy.

 

 

Todo lo que rodea a Wonder Woman está muy estudiado y posee un significado concreto. Por ejemplo los brazaletes someten la fuerza al imperio del amor y la belleza, el lazo que le da su tía Antiope es un instrumento moral y obliga a decir la verdad a todo aquel que sea enlazado. ¿Recoge estos planteamientos positivos el movimiento feminista de aquella época del que Wonder Woman se convirtió en un icono?

 

Como bien precisa la historiadora Jill Lepore, Wonder Woman es el vínculo perdido entre el feminismo sufragista y por la lucha del control del cuerpo de principios de siglo, y las feministas de Segunda Ola. Pero, digamos que, como icono del feminismo nace (o se hace) de la mano de Gloria Steinem, que la convierte en imagen del de Segunda Ola, en los setenta, por medio del uso de su estampa más reconocible, la de los cómics de los cuarenta, para la portada de la revista Ms. Desde luego, podemos rastrear la esencia marstoniana en esta proyección, aunque adaptada a los tiempos e intereses del movimiento. El cómic que inspiró a muchas de ellas en su infancia había mudado, por aquel entonces, sus estrategias; y, aunque la intervención de Steinem la devolvería a una estética más clásica que la que llevaba por aquel entonces, adaptada a los tiempos, ocurriría como tantas otras veces en la historia de esta superheroína: sin aventura feminista, nuestra superheroína pierde su superpoder.

 

 

El deseo de influir en la sociedad de su tiempo lo encontramos también en el hecho de que los 57 primeros números incluían un cuadernillo central que presentaba a una mujer real que merecía ocupar un lugar de privilegio entre las Wonder Woman de la historia. ¿Llegaron a chocar estos deseos con la irrealidad de la vida en los Estados Unidos de posguerra?

 

Podría decirse que, a la luz de lo que luego fueron los años cincuenta, la vuelta a la domesticidad, así fue. El amor romántico volvía como estrategia en la ficción para amansar a las lectoras.

 

 

¿Fue una consecuencia de ese choque, si es que se produjo, el libro de Fredric Wertham “La seducción de los inocentes” en el que critica con acritud el mundo de los cómics?

 

La seducción de los inocentes, de Fredric Wertham, es un síntoma claro de los tiempos, y de todo el ambiente de apaciguamiento de ciertos signos que fueron considerados perniciosos. Esa estrategia manida de invocar a la obediencia y controlar la ficción, de coartar la libertad de expresión, como pensamiento mágico propio de quienes creen en la contención y el buen gusto, y obvian la política inherente a los signos, a la imagen. A saber leer de manera crítica la cultura.

 

 

Hasta qué punto “La seducción de los inocentes” provocó que en 1958 Robert Kanigher transformara por completo para mal a Wonder Woman?

 

Robert Kaniguer llevaba escribiendo Wonder Woman una década. Wertham y el Comics Code lo que trajeron fue una cierta legitimación cultural, fruto de las circunstancias, al trabajo realizado en la cabecera por este guionista y editor.

 

 

Tras distintos avatares no siempre positivos, Wonder Woman es elegida  en 1972 por las mujeres que dirigían la revista Ms para su portada de lanzamiento, con el propósito de que “las imágenes del pasado  del feminismo formen parte de la agenda radical del presente de las nuevas feministas”. ¿No reduce esta apropiación la intencionalidad  de sus creadores?  

 

Desde luego. Pero tenemos que entender que Wonder Woman se ha transformado en un producto cultural; más aún, en un significante que, a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI, ha ido adoptando diferentes significados, dependiendo de quiénes hayan producido los distintos sentidos que ha ido encarnando, lo que también es un superpoder.

 

Y pongo un ejemplo: Sin ella como canon, como arquetipo, propuestas críticas como Promethea de Alan Moore y JH Williams no existirían.

 

 

¿Cree que el feminismo que se articula desde la cultura y los medios de masas logran promover el pensamiento crítico sobre la situación de las mujeres en el mundo?

 

Creo que tanto la cultura como el feminismo lo que ha de empujarnos es a cuestionarnos a nosotros mismos, y en Wonder Woman encontramos herramientas para el pensamiento crítico, para poner en jaque nuestros lugares comunes, para preguntarnos por qué pensamos lo que pensamos.

 

 

Aunque en la revista Opticks el mundo de los cómics ocupa un lugar predominante, no conozco a nadie que haya publicado un cómic en el que la mujer sea la absoluta protagonista. ¿Qué condiciones debieran darse para que esto cambie en el futuro? ¿Cómo ve ese futuro?

 

Soy muy optimista, precisamente porque en el cómic de superhéroes llevamos una temporada de una producción que ha crecido exponencialmente en los últimos años, con cabeceras con (super)heroína al frente –Thor, diosa del trueno, Batwoman, Capitana Marvel, Faith, Hulka, Glory, etc–  y equipos creativos en los que encontramos a autoras importantes, como Kelly Sue Deconnick, G. Willow Wilson, Marjorie Liu, Marguerite Bennett, Jill Thompson, Gail Simone…, y un fandom potente, de lectoras y lectores que han crecido con Internet, la cultura del prosumo, y que han hecho suyo un consumo cultural transmedia, que, precisamente, nos presenta a la superheroína como icono, pero, sobre todo, como marca.

 

 

En cuanto a la película pienso que William Moulton Marston sería bastante crítico con ella. Han infantilizado el argumento, elegido retazos de diversos autores para que resulte más impactante y hecho desaparecer los principios que promovieron a la heroína. Lo único positivo es que se ha puesto de nuevo Wonder Woman al alcance de todos, lo que puede animar a que surjan nuevos cómics que, al igual que sucede con bastantes series de televisión, tengan a las mujeres como protagonistas.

 

Estoy completamente de acuerdo con esta reflexión. Tengo mucha fe en lo que está por venir.

 

A mí personalmente me ha servido también para recomendar a todo el mundo la lectura del libro que Ud. ha escrito sobre el mundo del cómic en general y la figura de Wonder Woman y sus sinergias y entrecruzamientos con las mujeres activistas de los siglos XX y XXI. Una obra de amplio y enriquecedor contenido imposible de resumir en el espacio de una entrevista.

 

 

Muchas gracias

 

Publicación : 21 de agosto de 2017

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