DÍA DEL LIBRO

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Con motivo del DÍA DEL LIBRO, han llegado a mis manos catálogos que recogen las últimas ofertas editoriales. Son cientos de títulos de autores diversos, consagrados y noveles, para cuya lectura sería preciso disponer de varias vidas.
Ya que, al menos por el momento, tal eventualidad es imposible, me he propuesto hacer una selección. Es decir, leer y, en su caso, comprar, sólo aquellos que juzgo interesantes.
Dirán algunos que el juicio de una persona, en lo tocante a la literatura, rara vez puede calificarse de objetivo. Estoy de acuerdo, pero considero que a cierta edad se tiene criterio suficiente para saber lo que gusta y lo que no.
Hubo un tiempo en el que leía todo. Mirando ese pasado en lontananza, creo haberme perdido bastantes experiencias. De niña, cuando aprendí a descifrar las historias que contaban los libros, dejé a un lado los juegos y las relaciones sociales comunes a esa edad, construyendo un paisaje a la medida de mis fantasías.
Tal era mi afición, que el poco dinero que lograba reunir, lo destinaba siempre a comprar cuentos; de mayor, fueron libros, convertidos en algo tan preciado, que aún recuerdo los títulos que presté y no me devolvieron: Corazón, de Edmundo de Amicis, El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, El niño feliz, su clave psicológica de Dorothy Corkille Briggs, etc.
El propósito de seleccionar las posibles lecturas, no afecta a la pequeña biblioteca que he logrado reunir. No entra en mis planes la «retroactividad bibliotecaria».
Francisco Umbral decía que los malos libros iban a parar a la piscina de su casa. Yo no tengo pìscina, tampoco «malos libros». Debemos suponer que sus autores los escribirían con un cierto interés, con ganas de contar y compartir, de ser conocidos, de ganar dinero… Son múltiples razones y no se puede rechazar ninguna. Pienso que todas ellas proporcionan al libro un halo de bondad.
Eso no quiere decir que, de ahora en adelante, no sea rigurosa seleccionando obras literarias. Desde luego que sí. Aunque haré una excepción con las que me regalen. Una de las últimas se titula Los ojos amarillos de los cocodrilos, la escribió Katherine Pancol y se presentó al mercado como el no va más de la originalidad. En fin…

1 Comentario

  1. Leí una vez un libro que me produjo, su protagonista, una sana envidia. Bien esto me pasa a menudo,pero en este caso el protagonista tenia en su cabeza una enorme biblioteca, y en sus ratos libres se dedicaba a ordenar, como un buen bibliotecario, un ingente numero de libros. Que enviadia, poder disponer de varias vidas sólo para dedicarlas a la lectura, esto no quita que tambien me gustaria disponer de miles de vidas para realizar todas mis aficiones y deleites, pero esto es un Auto de Fe, precisamente el titulo del libro que escribió Elias Caneti, si no recuerdo mal.

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