LA ACABADORA

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1926
Michela Murgia es una escritora italiana nacida en Cerdeña enamorada de su tierra y aficionada a la cocina.
Cuando Michela Murgia era adolescente, su opción por estudiar una carrera y la negativa de su padre a costearle los estudios, ya que deseaba se incorporase al negocio familiar (un pequeño restaurante), hizo que decidiese convertirse en “fill´e  anima”; lo que significaba pasar a vivir con otra familia, partidaria ésta sí de que estudiase, sin renunciar a los vínculos que la ligaban a la propia.
Todo lo anterior, con los elementos adecuados a la época en la que se desarrolla la historia, mediados del siglo XX, los encontramos en la novela de Michela Murgia, que le ha valido numerosos e importantes premios, y que titula La acabadora.
Parece ser que las acabadoras eran mujeres encargadas de ayudar a morir a las personas para las que no había remedio alguno y estaban a las puertas de la muerte. Esa costumbre de la Cerdeña rural ha desaparecido, pero aún se recuerda colocando un pequeño yugo de madera bajo la almohada del moribundo.
En la novela de Michela Murgia, escrita en tercera persona, la protagonista es una acabadora, Bonaria Urrai, que acepta como fill´e anima a Maria Listru, niña de seis años y cuarta hija inesperada de una viuda con escasos recursos.
El prometido de Bonaria Urrai desapareció en la última guerra y ella nunca se casó; ahora trabaja de modista y ocupa una buena posición económica, así que atiende a la pequeña con esmero y le proporciona toda clase de cuidados.
Los años pasan hasta que Maria, aplicada y culta adolescente, descubre por una serie de circunstancias dramáticas que es mejor no revelar aquí, el oficio secreto de la que considera su segunda madre, aunque nunca se haya dirigido a la mujer con ese nombre; ese descubrimiento provocará un cambio radical en la vida de la muchacha.
Según he señalado al principio, en La acabadora se refleja el amor de Michela Murgia por su Cerdeña natal. Describe a las personas, los paisajes, los usos y las tradiciones con un lenguaje preciso y poético, que te impulsa a releer párrafos enteros para disfrutar de la exquisita técnica que práctica. Se detiene en detalles que esconden significados profundos llenos de humanidad y ternura. Detalles que podemos ver, por ejemplo, en las conversaciones que mantienen Bonaria y Maria.
Como aficionada a la cocina, utilizando la lengua sarda, enumera los ingredientes y explica la preparación de las comidas, en especial los dulces, más significativos de la zona propios de cada fiesta o ceremonia. Algo que también hace al hablar de costumbres y supersticiones antiguas.
Su forma de narrar y profundizar en el carácter de los personajes logra que todos resulten creíbles: los niños, las vecinas chismosas, los señores de la ciudad, los familiares de Maria…
En resumen, La acabadora de Michela Murgia es un libro muy recomendable, de los que suelen conservarse siempre en la memoria, por la historia que cuenta, eutanasia incluida, y la excepcional manera de contarla.
 

 

 

 

 

 

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