CUÉNTAMELO TODO

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Esta semana traigo a Optiks la nueva novela de Elizabeth Strout, escritora norteamericana desconocida para mí hasta ahora, pese a que ha ganado premios tan importantes como el Pulitzer y el Llibreter y algunas de sus obras se han convertido en aclamadas series de televisión.

Según me he informado, Elizabeth Strout, ha reunido en esta novela, que se titula Cuéntamelo todo, está editada por Alfaguara y traducida por Flora Casas, a personajes de sus obras anteriores, como Lucy Barton, Olive Ketterigge y Bob Burgess.

Al igual que otros escritores, –Juan Benet, Luis Mateo Díez-, Elizabeth Strout sitúa a los personajes de sus relatos en un espacio geográfico propio: La región de Maine que limita con el pueblo de Crosby, Shiley Falls y el océano Atlántico.

En Crosby encontramos a Olive Ketterigge que tiene 90 años y vive en una residencia de mayores. Al enterarse de que la escritora Lucy Barton se ha instalado también en el pueblo junto a su ex marido, pide verla porque ha de contarle una historia y puede que le interese escribirla.

Se inicia así una relación en la que las historias se suceden. Sus protagonistas, conocidos de ambas o no, son personas corrientes, “vidas no registradas” las llama Olive. Ese detallado “registro”, que incluye un interesante análisis sociológico y psicológico, termina incluyendo también, conforme avanza su relación, las vidas de las dos mujeres.

En todas las historias que se cuentan la una a la otra, según constata Olive, la gente sufre. Vive, tiene esperanza, incluso amor, y aun así sufre. Todo el mundo, Los que dicen que no han sufrido, se mienten a sí mismos.

El tercer personaje significativo en el relato, yo diría que el protagonista principal de Cuéntamelo todo es Bob Burgess, un abogado penalista de 65 años al que Lucy califica de “comepecados”, porque todos los que atraviesan un bache, sea del tipo que sea, acuden a él.

Para Lucy, Bob tiene un gran corazón, pero él no lo sabe: como muchos de nosotros, no se conoce a sí mismo tanto como supone y jamás creería que en su vida haya algo digno de ser contado. Pero lo hay, como nos ocurre a todos.

A Bob y a Lucy les gusta salir a pasear hasta un lugar concreto en el que el hombre se fuma un cigarro, costumbre que su esposa no aprueba. Los dos mantienen una relación de amistad basada en el respeto, la confianza y, sobre todo, la escucha. Se enriquecen mutuamente.

He apuntado antes que Bob Burgess podría considerarse como el protagonista principal, por diversas razones; entre ellas que utiliza su condición de abogado para defender a un joven al que se acusa de matar a su madre. Acepta el reto, se implica por completo en el caso, e influye de manera positiva en el futuro del acusado.

Lo curioso de ciertas novelas en las que en general no se relatan grandes hazañas o heroicidades, es que el lector puede situarse con facilidad en el papel del narrador. Sólo necesita encontrar alguien que, como Lucy, escuche activamente.

Porque todos tenemos historias que contar y es grato compartirlas con aquellos que saben escucharlas. Lo complicado es ponerlas por escrito. Eso sólo está al alcance de creadores como Elizabeth Strout, de la que lo más valioso, en palabras de Fernando Aramburu, es la sutileza con que explora los recovecos de la condición humana.

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