El libro de hoy es el tercero que leo de la escritora irlandesa Maggie O’Farrell. Los otros, de los que ya hablé admirativamente en esta página, fueron Hamnet (2020) y El retrato de casada (2022).
Adjunto la fecha de publicación de ambos porque el de hoy se publicó en el año 2004. Se titula La distancia que nos separa, está editado por Libros del Asteroide y traducido por Concha Cardeñoso Sáenz de Miera.
Leo en la contraportada que La distancia que nos separa explora ya algunos de los temas que serán fundamentales en obras posteriores de esta autora, como el peso de los recuerdos y la necesidad de independencia.
Lo que ocurre es que esos temas suelen estar presentes en obras de autores muy diversos. Es decir, que no resultan significativos en especial en ésta.
Veamos el argumento. En la primera página, un narrador omnisciente nos presenta a Jake, un joven de madre y padre británicos que vive en Hong Kong y se dirige a celebrar con otras personas el Año Nuevo chino.
Enseguida se nos traslada a Londres, ciudad en la que otra joven, Stella, ante la tardanza de su autobús, decide ir caminando a su trabajo en un programa de radio nocturno.
Al cruzar un puente sobre el Támesis, la figura de un hombre con el que se cruza le devuelve a momentos de su pasado que intenta olvidar, trasladándose de continuo de un lugar de residencia a otro. En este caso, se traslada a Escocia y empieza a trabajar en un hotel.
Por otro lado, Jake se ve atrapado junto a sus amigos, entre ellos Mel, la chica con la que sale desde hace poco, por una multitud que celebra la fiesta y que provoca que mucha gente muera aplastada.
Jake llega al hospital con magulladuras y un brazo fracturado y Mel en estado crítico. En ese estado, pide al joven que se case con ella y, al asegurarle los médicos que no pasará de esa noche, el joven acepta.
A la vez Nina, hermana de Stella, intenta averiguar dónde se ha refugiado esta vez, para lo que llama a su madre, Francesca, que está en el jardín de su casa de Edimburgo preocupada por el estado de las plantas.
Estos personajes y otros muchos que van apareciendo sobre todo en los primeros capítulos, conforman la estructura del libro que pasa de unos a otros, de atrás adelante y de delante atrás porque, al parecer, Maggie O’Farrel no quiere dejar ningún cabo suelto.
Así conocemos la infancia de todos, la historia de los padres y de algunos abuelos y, en la tercera parte, el encuentro en el hotel entre Jake y Stella, que determinará el final de la narración que no creo conveniente desvelar.
Los que lean la reseña de La distancia que nos separa entenderán por qué indiqué la fecha de su publicación. La novela no es que está mal, se lee con agrado, pero no tiene nada que ver con el doblemente premiado Hamnet y El retrato de casada, dos bestsellers internacionales.








