He vuelto a leer la reseña que publiqué en Opticks el 26 de noviembre de 2023 sobre la novela anterior de Daniel Ortiz titulada Los hijos de Prometeo y, palabra por palabra, podía repetir idénticos elogios sobre la que acabo de leer del mismo autor. Se titula La sombra de Agamenón y está editada por RBA.
Entonces dije que era un placer encontrar escritores capaces de plasmar con maestría su pasión por la Historia; hacerlo mediante una documentación exhaustiva y mezclar la realidad y la ficción de un modo, que no sabes distinguir una de otra y te ves obligado a buscar información al respecto.
¿Te ves obligado? Más bien sientes la necesidad de investigar e investigas con gusto, porque el desarrollo de los hechos que expone Daniel despierta tu interés desde el principio.
En este caso se trata de la vida de Agamenón, el mítico rey de Micenas que tanta importancia tuvo en la Guerra de Troya cantada por Homero.
Lo que ocurre es que la vida del citado rey no la narra él mismo, tampoco un narrador omnipresente; la narra Aurimedón, el auriga real que acompañó a Agamenón en todas sus batallas y derrotas, tanto en la guerra como en la paz, desde el momento en el que fue elegido por el entonces joven príncipe cuando trabajaba en las caballerizas bajo las órdenes de Leutides, el auriga del rey Atreo, padre de Agamenón, después de haber demostrado su complicidad y maestría con los caballos, al aproximarse sin ningún temor a dos corceles blancos encabritados que eran un regalo del rey de Tesalia al de Micenas.
El personaje de Aurimedón es tan real, está tan bien desarrollado en todas sus facetas, que consigue eclipsar a Agamenón y a cualquier otro de los múltiples protagonistas del libro: Aérope, madre de Agamenón; Egisto y Menelao, hermanos; Clitemnestra, esposa; Ifigenia, Electra y Orestes, hijos; el adivino Calcante; Helena, hermana de Clitemnestra y esposa de Menelao; Paris, Héctor y Casandra, hijos de Príamo, rey de Troya; Odiseo, rey de Ítaca; Aquiles y Patroclo, Briseida, Ayax, Automedonte, auriga de Aquiles y muchos más que conocemos por las obras de Homero y aparecen también en las de otros grandes escritores griegos como Sófocles y Eurípides.
Junto a estos personajes conocidos por la Iliada y junto a los dioses: Poseidón, Afrodita, Apolo…, fundamentales en el mundo literario griego, los personajes creados por Daniel no desmerecen en absoluto; es más, reproducen los mismos defectos y las mismas virtudes que caracterizan a los homéricos: la amistad, el honor, la fidelidad…; pero también el odio, la venganza, la traición…
El ya citado Aurimedón que, además de representar esas virtudes, informa ampliamente de lo que supone ser auriga real y del esfuerzo que hay que hacer para llegar a serlo, ya que el auriga real es: El encargado de llevar las riendas del carro de combate de su señor y de competir, bajo su nombre y el de su ciudad, en los diversos juegos que se celebran a lo largo del año: en bodas, nacimientos, funerales, inicios o finales de conflictos bélicos, cambios de estación…
El hermano de Aurimedón, Solofemo, la relación y el origen de ambos nos recuerdan una tragedia griega; los padres, la abuela Melgara, Calíope, el citado Leutides, Aquelao, Geras, etc.
Todos ellos participan en la narración, de tal manera, que el interés por lo que se nos cuenta no decae en ningún momento, sino que se va incrementando página tras página, manteniendo el ritmo y la agilidad desde el principio hasta el final de un libro con el que considero que Daniel Ortiz ha alcanzado la perfección a la altura de los más consagrados autores de novela histórica.








