TRILOGÍA SUCIA DE LA HABANA

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Hace unos días, mientras hablaba de literatura con una joven cubana que domina a la perfección el tema, manifesté mi admiración por Leonardo Padura.

Aunque me dijo que ella también lo admiraba, sugirió que leyese algún libro de otro escritor cubano, desconocido para mí, que le parecía extraordinario.

Ante el interés que mostré, me advirtió que sus obras eran un tanto “fuertes” y hasta podrían resultarme desagradables.

Pese a su advertencia, conseguí la obra que hizo famoso en el mundo entero al tal escritor. Se titula Trilogía sucia de La Habana, la integran tres conjuntos de relatos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí, la publicó en el año 1998 la editorial Anagrama y su autor es el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez.

Pedro Juan Gutiérrez, al igual que Leonardo Padura vive en Cuba. Ambos  escriben obras que sitúan en dicho país. Pero aunque algunos de sus libros no puedan publicarse en la isla, imagino que la fama que poseen los aleja de otras “preocupaciones”.

Quizás no existe otro lugar del mundo como Cuba para ser uno y muchos al mismo tiempo. Pero es difícil. Uno trata de aferrarse a un espacio pequeño y manejable. Aturde saber que el mundo es tan inmenso. O que uno es tan minúsculo.

Con la caída de la Unión Soviética en 1991 y la imposibilidad de vender sus productos a los países que la integraban, a la vez que las consecuencias del embargo norteamericano, comenzó en Cuba el llamado “periodo especial” con un empobrecimiento general de la población.

La Trilogía sucia de La Habana se centra precisamente en ese periodo. El personaje principal es el mismo Pedro Juan que sobrevive como puede desempeñando los más variados empleos, viviendo en lugares sórdidos en los que se hacinan desarrapados y desesperados como él que tienen como únicos asideros el alcohol, el sexo y la marihuana.

Estoy cansado de tanta miseria, tanta hambre y tanta gente alrededor. Todo el mundo tratando de joderte, de tumbarte unos pesos como sea. Porque la miseria es así. La mierda llama a la mierda.

Además de Pedro Juan, la Trilogía está repleta de personajes marginales, abocados muchos de ellos a la locura o al suicidio. Travestis, jineteras, mendigos, drogadictos, pícaros, borrachos…

En definitiva, así es como uno vive: por pedacitos, empatando cada pedacito, cada hora, cada día, cada etapa, empatando a la gente de aquí y allá dentro de uno. Y así uno arma la vida como un rompecabezas.

El entorno que más aparece son los alrededores del Malecón. El lenguaje utilizado es soez y vulgar, propio del llamado “realismo sucio”; o como algunos críticos lo han denominado “hiperrealismo obsceno”.

Una tarde, a principios de agoste de 1994, por el Malecón, frente al edificio, pasó una manifestación grandísima contra el gobierno. Dos días de disturbios y después todos hacían balsas con cualquier cosa capaz de flotar y se iban.

Libretas de abastecimiento, colas interminables, prostitución, santería, edificios que se caen a pedazos, sordidez, miseria en general y una desacralización del socialismo en diversos detalles, como los restos de carteles propagandísticos que hablan del “hombre nuevo”, pero sin una crítica clara y sin emitir juicios de valor.

Le preguntan a Pedro Juan si en la actualidad existen en Cuba los ingredientes necesarios para escribir una nueva Trilogía. Admite que sí. No obstante él no podría de ninguna manera ser su autor.

 

 

 

 

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