DEMASIADA FELICIDAD

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Me enfrento  a Demasiada felicidad, segundo libro que leo de Alice Munro, Premio Nobel 2013, sin la clase de curiosidad que me llevó a pedir en la biblioteca El progreso del amor. Mi larga experiencia de lectora me ha enseñado que hay autores con una personalidad literaria de tal calibre, que enseguida se les identifica; Alice Munro está en ese grupo.
Por lo tanto, no era la curiosidad de descubrir el estilo, los intereses y los temas que gusta desarrollar a la escritora canadiense, sino de comprobar las diferencias que podían existir entre una obra publicada el año 1986 y otra de 2009.
¿Y qué diferencias he encontrado entre ambas? Intentaré resumirlas. En El progreso del amor la interpretación de la realidad es sobre todo femenina y son los personajes femeninos los más destacados por la autora. En Demasiada felicidad se incluyen dos relatos: Cara y Madera, protagonizados por hombres. Cara trata de un chico que nace con una mancha oscura en el rostro y  Madera de un artesano de la madera y cortador de árboles enamorado de su oficio. Pero no sólo aquí el personaje masculino está presentado con especial fuerza, en Dimensiones, el enfermo mental que asesina a sus hijos ocupa un lugar preferente y lo mismo sucede con Kent, uno de los principales personajes de Pozos profundos.
Otra diferencia que observo es que en el segundo libro los casos narrados son más extremos. En general se alejan de lo cotidiano, de esas situaciones que muchos hemos vivido sin que nos parezcan extrañas o nos hayan molestado especialmente. Aquí, sin embargo, se acentúa la parte oscura de la persona; pocos seres de los que aparecen “caen simpáticos”. En los más representativos de cada relato hay algo que repele, una especie de frialdad al actuar o una indiferencia gélida en su interior que impide la generosidad, la empatía o la tolerancia, lo que hace que el futuro que podemos augurarles resulte de lo más sombrío, ¿o no?
Distinta es la protagonista del relato que da nombre al libro, Demasiada felicidad, y que no acabo de entender por qué forma parte de él, quizá porque lo hace más valioso. Se trata de una mujer real nacida en Rusia,  la matemática y primera profesora universitaria europea Sofía Kovalevsky. En ella no hay nada de frialdad. Se enfrenta con pasión a su familia y a la sociedad de su tiempo que no ve con buenos ojos que una mujer se dedique a cuestiones distintas del hogar y los hijos. La misma pasión que preside su relación amorosa con el también intelectual ruso  Maksim Maksimovich Kovalevsky, un pariente lejano. Aunque tampoco en este caso, y a pesar del título, la felicidad se pone a su alcance.
Hay otras diferencias que sólo aparecen en algunas historias, como es la presencia de elementos misteriosos, por ejemplo en Dimensiones, sueños o elementos oníricos en Cara y poemas en varios de ellos, también en Cara y en Demasiada felicidad.
En resumen, el libro Demasiada felicidad reúne acentuadas todas las características que hacen de Alice Munro una autora de relatos inimitable: observación minuciosa de la realidad, perfecta descripción de personajes y ambientes, análisis psicológico de los protagonistas que vemos reflejado en la exposición de sus comportamientos y reacciones, creación de atmósferas tan intensas que provocan la incomodidad del lector, sentido del humor inapreciable; visión pesimista de la existencia, aunque algunos dirían que realista, y que resumiré con los versos finales de un poema que aparece en el relato titulado Cara:        
Nadie largo tiempo te llorará,
por ti rezará, te extrañará.
Tu lugar ha quedado libre,
tú ya no estás.   
 

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