NEVADAHONDA

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He de decir que mi conocimiento de Román López-Cabrera, una de cuyas obras traigo hoy a Opticks, se reduce a la lectura de un cómic que publicó en el año 2020 y comenté en esta misma página.

El cómic, titulado Memoria de una guitarra, tenía como protagonista a un cantautor anti franquista exiliado en París. Como el título indica, se trataba de sus memorias expresadas con total realismo.

Un realismo que, no sé por qué razón, pensé caracterizaría al resto de la producción literaria de este autor que, por lo que he investigado, es bastante amplia e incluye novela, ensayo y poesía.

Así que cuando mi amigo Luis me prestó Nevadahonda, último libro de Román López-Cabrera, que ha publicado Dolmen Editorial, y comencé a leerlo, mi sorpresa fue grande, porque aquí el argumento desarrollado, en general, no tiene nada de realista.

Veamos. Los principales protagonistas de Nevadahonda conforman un grupo destinado a la investigación de fenómenos paranormales, en un pueblecito con ese nombre que sitúa cerca de Ibi, donde el escritor vivió de niño.

Quizá por ello adjudica a dicho pueblecito elementos típicamente ibenses, como la industria juguetera, el Museo del juguete, la librería y papelería Plumier y hasta el barrio que él llama “de los jugueteros”, que no es otro que el que se construyó para alojar a los muchos maestros que vinieron a Ibi en los años 60, debido a la gran cantidad de trabajadores que la industria juguetera requería y que llegaron con sus familias.

Al equipo encargado de investigar los casos de infestación paranormal que se están produciendo en el pueblo, se incorpora una técnico del Ayuntamiento, porque, una vez que el caso ha sido verificado con multitud de aparatos electrónicos y sensores, es preciso que un médium limpie la vivienda de molestos espectros.

La técnico del Ayuntamiento confirma que los casos estudiados son reales y se ocupa de realojar a los habitantes de las casas infectadas en un barrio de nueva construcción llamado Nuevo día.

Las aventuras del equipo investigador, las relaciones entre sus miembros, las vivencias de las familias acosadas por los muertos vivientes, la actuación del médium y de los componentes de una secta misteriosa que sigue las enseñanzas de un grimorio, destinadas a traer a los muertos, abundan en las páginas de Nevadahonda.

El realismo aparece, por ejemplo, en la historia de Julia, una adolescente que siente auténtica devoción por la película El cuervo (The Crow) de 1994, basada en la serie de cómics homónima, a los que también es aficionada.

El hecho de que la jovencita se llame Julia, sirve a Román para organizar en Nevadahonda una Feria del libro y que asista a ella, además de Juan José Millás, Francisca Aguirre o Carlos Marzal, el poeta José Agustín Goytisolo que hablará a la jovencita de su poema, Palabras para Julia, y le aconsejará sobre cómo escribir poesía.

Muchas otras sorpresas encontraremos en el libro de Román López-Cabrera: referencias a grupos musicales y sus creaciones, a películas, a cómics, a extraños juegos de mesa…

Todo ello acompañado de guiños humorísticos que suavizan, sin duda ninguna, lo terrorífico de la historia y de las apariciones descritas.

 

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