COMO LA SOMBRA QUE SE VA

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Como la sombra que se va es el título del último libro escrito por Antonio Muñoz Molina que ha ocupado mi tiempo de lectora durante varios días.
Un libro que ahora, ante la hoja en blanco, me cuesta bastante comentar, porque no se trata de una novela, aunque el autor nos explique el proceso de creación  de la primera  novela que publicó, El invierno en Lisboa. Tampoco se puede definir como una biografía, aunque sean varios los personajes “biografiados”.
Incluso, si dejándonos llevar por ciertas modas, decidiéramos considerarlo  como “metaliteratura”, estaríamos faltando a la verdad, ya que Muñoz Molina no sólo se refiere al hecho de escribir y cita a escritores que influyeron en su manera de hacer y pensar, por ejemplo, Bioy Casares o Juan Carlos Onetti, sino que hace una profunda reflexión sobre su trayectoria como ser humano y nos cuenta gran parte de la vida de James Earl Ray, el hombre que asesinó a Martin Luther King, personaje que también analiza, junto con la situación de la población negra durante muchos años en Estados Unidos.
El libro empieza y termina en Lisboa, descrita de forma magistral, pero en él hay otras ciudades que son importantes, sobre todo Granada, en la que Muñoz Molina, a punto de cumplir 31 años, con un hijo y en espera de otro, trabajando de funcionario en el Ayuntamiento, inicia una novela que le impulsará a viajar a la capital portuguesa en un fin de semana de 1987 para encontrar ideas que den más consistencia a lo que escribe.
Junto a Granada y Lisboa, Muñoz Molina habla de Madrid y de Memphis, ciudad en la que Martin Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968.
Teniendo en cuenta lo anterior, podríamos dividir Como la sombra que se va en tres partes. En la primera, Antonio Muñoz Molina reflexiona sobre la creación literaria, de la que él mismo, hombre con todas sus dudas y contradicciones, es protagonista. Destaco aquí la enorme honestidad del escritor que, mirando al pasado, reconoce el daño que causó en aquellos que tenía más cerca, abstraído como se encontraba en una búsqueda interior de algo que, junto a, en un tiempo estímulos externos, quizá “literarios” pero poco recomendables, contribuyese a llenar  sus vacíos.
En la segunda parte, que se alterna con la primera, Muñoz Molina nos presenta a James Earl Ray en el momento en el que, con un pasaporte falso a nombre de Ramón George Sneyd, llega a Lisboa, porque piensa que desde la capital de Portugal le será fácil viajar a alguna de las antiguas colonias del país, Angola, Mozambique, escapando así de la policía. La vida de este hombre desde que nace en una desastrosa familia, hasta que entra en la cárcel dos meses después de la muerte de Luther King, está narrada con detalles minuciosos extraídos de las investigaciones policiales y periodísticas realizadas tras la muerte del pastor protestante y Premio Nobel.
En la trayectoria del escritor de Úbeda, al que más que juzgar le gusta presentar a los personajes y a sus circunstancias para que el lector extraiga sus propias conclusiones, James Earl Ray inspira, al menos en mi caso, compasión.
La tercera parte del libro se ocupa de otro ser humano, Martin Luther King, con circunstancias muy diferentes al anterior, pero que le llevaron por caminos que, en ocasiones, le dan pavor y se cuestiona. Había que hacerlo, resultaba preciso que alguien iniciase un movimiento de defensa de los derechos humanos tan pisoteados en su país. Pero, ¿por qué él?, ¿merecía la pena el esfuerzo?, ¿todo a su alrededor era tan auténtico como parecía?… Interrogantes, insisto, de un ser humano solo ante sí mismo. Los tres protagonistas de cómo la sombra que se va, aunque sea de manera distinta, están solos.
Vuelvo a decir que, a excepción de lo que concierne a la estancia de Luther King en Menphis, cuando hace balance de su vida poco antes de ser asesinado, el relato contenido en Como la sombra que se va no es lineal, el escritor habla desde el recuerdo y la investigación, aplicando lo descubierto a su vida de ahora.
Una vida en la que el amor ocupa un lugar muy importante. Un aspecto más destacable en Como la sombra que se va: la declaración de amor que supone lo escrito en muchas de sus páginas de Antonio Muñoz Molinahacia Elvira Lindo, su actual compañera.
En resumen, Como la sombra que se va es uno de esos libros, no de fácil lectura, con una enorme riqueza de contenido, una riqueza  difícil de abarcar en las pocas líneas de que dispongo.

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