SIDI

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Mientras voy leyendo la novela de Arturo Pérez-Reverte titulada Sidi cuyo protagonista principal es Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, pienso en lo mucho que han debido facilitarle al autor su tarea, a la hora de escribir este libro, los años que ha pasado como corresponsal de guerra.
Sidi es una novela de frontera, una especie de wéstern, que nos presenta a un Rodrigo poco después de ser condenado al destierro por Alfonso VI, tras hacerle jurar que no había tomado parte en la muerte de su hermano Sancho II, asesinado en el sitio de Zamora. Alfonso jura, pero después, en represalia por la humillación a la que ha sido sometido, condena a Rodrigo al destierro.
La acción de la novela transcurre años más tarde, cuando Ruy Díaz, que ha dejado a Jimena y a sus hijas en un monasterio, recorre tierras fronterizas e intenta sobrevivir junto con los compañeros de armas, parientes y vecinos de Vivar (mesnadas) que decidieron seguirle tras ser desterrado. En esta lucha por la supervivencia en una tierra hostil, la preocupación de Rodrigo se extiende hacia todos esos compañeros, de los que se siente responsable, por lo que se convierte en un mercenario que lucha al servicio de quien paga mejor.
En lugares históricos concretos y en una situación bélica, en la que en el siglo IX los reinos de taifas, resultado de la descomposición de Al-Ándalus, se enfrentan unos a otros y a los reinos cristianos que empiezan a formarse, enfrentados también entre ellos, Ruy Díaz, cuya fama como guerrero noble y fiel a su rey ha llegado hasta los musulmanes que le conocen con el nombre de sidi (Cid): señor, persigue en la indeterminada frontera, al servicio esta vez de un conjunto de burgueses, a un grupo de musulmanes que se dedican a atacar aldeas cristianas, masacrando a sus habitantes, robando y destruyendo todo a su paso.
En ese primer lance, al igual que sucederá en los posteriores, encontramos con facilidad al Pérez-Reverte corresponsal de guerra: estrategias, movimientos, olores, actitudes, ferocidad extrema, gestos, heridas, muerte… Está muy claro que lo descrito responde a unas muy personales vivencias.
Junto al corresponsal, se halla de igual modo el escritor que se ha documentado con rigurosidad: personajes, lugares y hechos acaecidos aparecen, no sólo en el Cantar de mio Cid, en el que interviene la fantasía de los autores, sino en libros de historiadores importantes y en crónicas de aquel tiempo.
Por la historia sabemos del encuentro del Cid con Berenguer Ramón II, del enfrentamiento que tuvo con éste tras entrar al servicio del rey moro de Zaragoza, Yusuf al Mutamin, de cómo se hace con la Tizona y bastantes lances más narrados por el autor de una manera que resulta fácil visualizarlos.
Afirma Pérez-Reverte que con Sidi pretendió hacer una novela sobre liderazgo. ¡Dios, qué buen vasallo, si tuviera buen señor!, leemos en el Cantar de mio Cid. Pero Ruy Díaz no sólo se manifiesta en el libro como un buen vasallo, sino que, por encima de todo, sabe mandar y hacerse respetar por los suyos y por el resto de las tropas que dirige, en este caso musulmanas. No exige nada de lo que no sea capaz de hacer él mismo, conoce y respeta a los que tiene bajo su mando, no disfruta de ningún tipo de privilegio, es leal y fiel a su palabra, no miente ni promete lo que no está seguro de cumplir; para él, como para todos los grandes héroes épicos, es muy importante el honor.
Arturo Pérez-Reverte es un escritor que no se arredra ante nada, por lo que muchos de sus libros tienen una intencionalidad concreta. Yo distingo en esta obra, de fácil, amena e interesante lectura, diversas y nobles intencionalidades. Ojalá que con alguna de ellas Pérez-Reverte obtenga loables resultados.

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