LA MEJOR DE LAS VIDAS

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En circunstancias como las que estamos viviendo en nuestro vulnerable mundo, es complicado seguir las rutinas habituales como si no pasase nada. Es complicado porque nos lo impiden las autoridades habilitadas a tal fin y porque nos lo aconseja el sentido común, aunque para algunos especímenes sea el menos común de los sentidos.
Lo que ocurre es que ciertas rutinas, por ejemplo, la lectura y la escritura, además de ayudarnos a sobrellevar las horas de encierro, pueden practicarse sin que nadie peligre por su proximidad. Bien al contrario, son rutinas que enriquecen, distraen y, en mi caso, contribuyen a que las horas resulten, incluso, bastante cortas.
Así que hoy, según costumbre, traigo a Opticks un nuevo libro. Esta vez se trata de la recomendación de una amiga que me ha pedido opine sobre él. El libro se titula La mejor de las vidas, lo ha escrito el salmantino David de Juan Marcos y fue publicado el año 2016 por la editorial HarperCollins.
La mejor de las vidas es la segunda novela de este escritor, alabado y premiado por su primera obra, El baile de las lagartijas, que deberé leer para que mi opinión tenga algo más de fundamento.
La historia que contiene La mejor de las vidas discurre en escenarios variados: Londres, Roma, Ámsterdam, París y el continente africano un poco de pasada a través de uno de los protagonistas, Pierre, miembro del equipo de remo de la universidad de Cambridge y amigo de Nico, narrador y protagonista principal del relato.
Nico, joven veinteañero, se marcha a estudiar a Cambridge huyendo de una situación familiar dolorosa, ya que su hermano pequeño ha desaparecido y sus padres no aceptan la pérdida, olvidando hasta que él existe. El único que comprende al joven es su abuelo Martín, que fue minero y ahora vive en una residencia de ancianos.
En Cambridge, además de a Pierre, Nicolás conoce a Ella, una hermosa y enigmática joven de la que se enamora y cuyo rastro va persiguiendo por las ciudades que he citado, hasta descubrir los secretos que oculta.
Todos los personajes que aparecen en La mejor de las vidas han vivido y viven situaciones afectivas y familiares dramáticas, a las que intentan hacer frente, en general, alejándose de las mismas, pese a comprender lo absurdo de esa continúa huída que no solucionará los conflictos, pero que les ayudará a ir adquiriendo la necesaria madurez.
David de Juan Marcos procura, para terminar el libro, hacer que las cuestiones que angustian a sus protagonistas confluyan, en un viraje un tanto arriesgado que quizá pueda conducirlos a lograr una mejor y más equilibrada existencia.
La mejor de las vidas es un libro reflexivo, no lineal (la historia avanza y retrocede según la cuenta Nico), y demuestra los conocimientos de literatura y cine que posee el autor por las variadas referencias a obras literarias y cinematográficas que incluye.
Digo que es reflexivo porque reflexiona sobre la familia, la maternidad, las relaciones de pareja, la amistad, la soledad y el amor de manera continuada.
Reflexiones expresadas en frases muy cortas y con profusión de adjetivos, metáforas y símiles, que tienen en la mayor parte de los casos un fondo poético, lo que me hace pensar que David de Juan Marcos ha debido cultivar la poesía, o quizá que estudia mucho cada frase buscando hallar el ritmo y la perfección de la escritura. Este modo de escribir requiere casi siempre una lectura lenta y meditada.
Un ejemplo podría ser la descripción que hace Nicolás de la persona en cuya casa se aloja en Londres: Mi casero disfrazaba su debilidad con la confianza de que antaño fue enérgico y varonil. Como si viviera a base de sostenerse en un recuerdo de trapecista. Era nervudo. Correoso. Con piel de animal viejo. De bota de vino. Apergaminado. Su piel era de por sí una lección de vida. La descripción continúa doce líneas más.
De un paseo con Ella: Te cogí de la mano. Llevabas un vestido blanco de gasa. Decorado con hilo carmesí en la parte baja, justo por encima de las rodillas. Recién planchado. Caminamos colina abajo. Entre pinos que tienden sus ramas en abrazos amables. La ciudad se iluminaba como una vela. La hierba humedecía la atmósfera y hacía de la vida algo más magnánimo.
Opinaré con mayor fundamento sobre el estilo de este autor cuando lea otras obras. Ésta en concreto, aun teniendo grandes valores, en bastantes páginas, más que una novela, semeja un ejercicio de escritura creativa.

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