ESTOY EN DUELO

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Hace ahora un año mi amigo Luis me regaló un libro de la Editorial PPC, escrito por José Carlos Bermejo, cuyo título Estoy en duelo guardaba una estrecha relación con los momentos que atravesaba.
Lo curioso del caso es que entonces me limité a ojearlo y continué enajenada y enfrentando a toda prisa, sin ser demasiado consciente de ello, las circunstancias que estos días, de un modo consciente y reflexivo, descubro en sus páginas, sabiendo que, al igual que yo, las han vivido, viven y vivirán millones de seres humanos en todo el mundo.
Así que en mi caso concreto, soy lenta reaccionando, ha tenido que transcurrir un año, con sus angustias y complicaciones, para apreciar en todo lo que vale el regalo de Luis.
José Carlos Bermejo es religioso y director del Centro de Humanización de la Salud en Madrid. Por lo tanto, todo lo que recoge el libro parte de experiencias concretas de personas que han brindado el regalo de narrar lo que piensan y sienten, con la esperanza de que su dolor sea fecundo, es decir, ayude a otros a sentirse misteriosamente en sintonía.
La verdad es que para mí lo de estar “en sintonía” con aquellos que atraviesan situaciones similares significa bien poco, creo que el dolor es siempre personal e intransferible. Sin embargo, el hecho de repasar serenamente lo acontecido, a la luz de las experiencias de otros, ayuda a analizar los hechos y los comportamientos de manera objetiva, lo que permite recobrar poco a poco el necesario equilibrio vital.
Estoy en duelo es una obra práctica que debería leer todo el mundo, los que ya han experimentado la pérdida de un ser querido y los que habrán de experimentarla en un futuro.
Digo que es “práctica” porque repasa toda clase de pérdidas y la manera como habitualmente se suele afrontarlas, al principio y más tarde, cuando vuelves a los lugares compartidos, cuando abres armarios y cajones, cuando recuerdas, cuando la soledad se hace presente…
Nos explica también cómo hablar a los niños de la muerte y cómo comportarnos ante ellos; la importancia de la solidaridad, el acompañamiento y las palabras que hemos de dirigir a los dolientes; los diferentes ritos funerarios, incluyendo rituales religiosos, y su significado a lo largo del tiempo.
Enriquece las explicaciones con poemas y reflexiones cariñosas y esperanzadoras porque “la esperanza es hermana de la inseguridad y el miedo, pero convive con el coraje, la paciencia, la entereza y la constancia”.
Termina con los distintos modos de rehacerse, de seguir caminando, desde un punto de vista cristiano o, como decía Victor Frankl, psiquiatra judío que estuvo preso en los campos de concentración nazis, desde la consciencia que “todo aquello que amamos nos lo pueden arrebatar; lo que no nos pueden quitar es nuestro poder de elegir qué actitud asumir ante estos acontecimientos”.

 

 

 

 

 

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