EL BOSQUE DE LOS CUATRO VIENTOS

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La dedicatoria del libro de hoy, El bosque de los cuatro vientos, editado por Planeta, no deja lugar a dudas sobre las intenciones de su autora, la escritora gallega María Oruña. Dice así: “Para mi bella y querida Galicia”.

Un amor por Galicia que se refleja en las dos historias que contiene esta obra y que discurren en paralelo a través de sus páginas.

La primera corresponde a la época actual, su protagonista es el antropólogo Jon Bécquer que ha creado junto a un amigo una empresa de detectives, Samotracia, dedicada a encontrar obras de arte desaparecidas.

Durante unas cortas vacaciones en el parador de Santo Estevo en la provincia de Orense, a Jon Bécquer, admirado ante la belleza de un pequeño claustro, una empleada le cuenta que se trata del claustro de los Obispos, ya que allí estuvieron enterrados nueve obispos, cuyos anillos, ahora desaparecidos, tenían la facultad de hacer milagros.

Atraído por lo que algunos consideran una leyenda, Bécquer decide investigar el paradero de dichos anillos. El inicio de sus pesquisas coincide con el hallazgo, en la huerta del antiguo monasterio, del cadáver de un hombre vestido con el hábito benedictino propio del siglo XIX.

La segunda historia sucede, como es lógico, en el siglo XIX y su principal protagonista es Marina, una joven de 17 años que viaja con su padre, el doctor Mateo Vallejo, desde Valladolid a Galicia.

El doctor Vallejo servirá como médico en el poderoso monasterio de Santo Estevo del que su hermano Antonio es abad, buscando así un remedio para la depresión que le ha provocado la prematura muerte de su esposa.

A principios del siglo XIX, tras la invasión napoleónica, reinaba en España Fernando VII. Los avances de la Ilustración europea habían modificado poco las costumbres del país; se perseguían las ideas liberales y el atraso de las gentes y la pobreza eran una realidad en la Galicia de aquel tiempo.

Ese atraso cultural contribuye a que Marina, a la que le interesan la medicina y la botánica, no pueda estudiar por ser mujer, aunque se le permite ayudar al monje encargado de la botica del monasterio; coincidiendo en ella con otro joven ayudante llamado Franquila.

Tanto la primera historia como la segunda están documentadas de forma exhaustiva por la autora, en especial la que corresponde al siglo XIX, en la que explica los principales acontecimientos históricos acaecidos y el modo cómo afectan a la vida del monasterio.

También detalla costumbres, tradiciones y modos de vida de la época, unido todo ello a unas descripciones del paisaje gallego, sus gentes y sus obras de arte que demuestran la realidad de la dedicatoria citada al principio de la reseña.

El relato que se centra en la actualidad permite conocer la evolución de lo descrito anteriormente: reinado de Isabel II, desamortizaciones, expulsión de órdenes religiosas, incendios, saqueos, traslado o desaparición de piezas sacras, hasta dejar el monasterio hecho una ruina y su posterior transformación en parador.

Al extenderse la investigación del antropólogo buscando los anillos por diversos lugares de Galicia, vamos conociendo nuevos monasterios (Oseira), iglesias, plazas, archivos, bibliotecas y mágicos y misteriosos rincones del paisaje y la arquitectura gallega a través de los ojos de María Oruña en los que hay admiración, sabiduría y, por supuesto, un profundo cariño.

 

 

 

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