LA GRAN SERPIENTE

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“En todos los libros que he leído de Pierre Lemaitre, una desgracia suele conducir a otra mayor”.

Escribí lo anterior refiriéndome a Tres días y una vida; cuarto libro del escritor francés que había leído y comenté en Optcks allá por el año 2019.

Sin embargo, hay que reconocer que, aunque sea un narrador de desgracias, Pierre Lemaitre las narra muy bien.

Una cualidad que le caracteriza desde hace muchos años, en concreto desde 1985 cuando escribió su primera novela negra que dejó aparcada en un cajón y ha recuperado ahora, para despedirse del género avisando previamente. Según explica en el prólogo, antes lo hizo sin avisar.

Pues bien, en la novela de 1985, titulada La gran serpiente y publicada por Salamandra, el estilo de Pierre Lemaitre es reconocible desde el principio.

El estilo, la forma de escribir, muy descriptiva con los personajes y las situaciones, que presenta en frases cortas y directas que dejan poco espacio a la imaginación, pero provocan un efecto desasosegante.

Se acusa a este escritor de ser bastante malvado con las personas que aparecen en sus novelas. Puedo dar fe de ello en los cuatro libros que he leído de él. En éste, que es el quinto, se supera, ya que elige como  protagonista a Mathilde, una asesina en serie.

La tal Mathilde trabajó para la Resistencia cuando era muy joven, dando muestras de una frialdad y una crueldad, que horrorizaba a sus propios compañeros.

La novela se inicia con Mathilde convertida en una venerable y rolliza señora de sesenta y tres años, bajita, ancha y gruesa, que regresa de visitar a su hija casada con un norteamericano que para ella es imbécil. A la señora le acompaña su perro, Ludu, un dálmata de un año con una mirada estúpida, pero cariñoso.

Mathilde encuentra un atasco al llegar a París y le preocupa el retraso para el trabajo que le han encomendado. Por fin logra llegar a tiempo y destrozarle a balazos la garganta y sus partes a un señor que pasea con un perro también, en este caso un teckel.

A continuación, el autor se centra en la policía judicial. De nuevo descripciones. El inspector René Vassiliev, de su padre, que era ruso, heredó la elevada estatura (Un metro noventa y tres) y de su madre, la delgadez (setenta y nueve kilos). Del uno, la frente alta, el pecho ancho, el paso pesado, los ojos azules y la prominente mandíbula. De la otra, cierta tendencia a la apatía, una paciencia inagotable y una honradez a prueba de bomba.

René está al servicio del comisario Occhipinti que mide un metro sesenta y tres, pero, como le parece poco, lleva alzas… Da siempre la impresión de estar masticando algo… Es uno de esos funcionarios mezquinos e hipócritas que se lo deben todo a su estupidez y nada a su talento.

Otro de los personajes importantes en el desarrollo de la historia es el señor De la Hosseray, un alto funcionario de ochenta y siete años para el que el padre de René trabajó como chófer y al morir, cuando el niño tenía tres años, en agradecimiento a sus servicios, acogió a la viuda y le pagó al pequeño los estudios de Derecho. Ahora el inspector le visita de vez en cuando. En la última visita, y conoce a Tevy, la ueva cuidadora del anciano que llegó desde Camboya y le ha cambiado la vida con sus cuidados y su permanente sonrisa. Sus risueños ojos subrayan una boca carnosa, sensual. Es un poco regordeta, o más bien, … Vassiliev busca la palabra. “Acogedora” es la primera que le viene a la mente.

El siguiente personaje significativo es Henri Lattournelle, que dirigió una red de la Resistencia y por ello le llaman “comandante”. Es un hombre de setenta años, con esa vejez seca, un poco árida, que suele ser propia de los egoístas y de los neuróticos.

El “comandante” se encarga de enviar a Mathilde a asesinar a determinadas personas. Algo que ella hace encantada (omito las escenas porque no quiero revivir su dureza), confundiéndose a veces y matando a otras que suelen caer muy bien al lector. Lo que, en ocasiones, me incomoda bastante, pero que es una característica más de Pierre Lemaitre. Un escritor genial, crítico, sarcástico y en absoluto partidario de las “novelas rosa”.

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