EL CIELO EN LA CABEZA

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En ocasiones el libro que acabas de leer te ha producido tal impresión, que te cuesta trabajo iniciar con objetividad una reseña.

Y es que en él, una novela gráfica editada por Norma y titulada El cielo en la cabeza, todo se confabula para hacer que no encuentres palabras adecuadas que expresen la impresión producida.

En El cielo en la cabeza, la maestría del guionista, Antonio Altarriba (Premio Nacional de cómic), del dibujante, Sergio García (Premio Nacional de Ilustración) y de la colorista, Lola Moral, (participante en proyectos expositivos en diversas partes del mundo), se han unido en una historia que se nos ha contado y se nos cuenta casi a diario en los medios de comunicación: la de los inmigrantes africanos que llegan en patera a las costas de Europa buscando un futuro mejor para ellos y para sus familias. Buscando un cielo que sólo está en sus cabezas y que en el cómic de Norma Editorial se tornará en infierno.

El principal protagonista de la historia es Nivek, un muchacho que trabaja en régimen casi de esclavitud en una mina de coltán en el Congo.

La violencia terrible de esa primera parte, expresada gráficamente de forma magistral por los autores en las imágenes, los breves textos y el colorido, bastaría para calificar el contenido del libro de impresionante y espeluznante a un tiempo.

Después todo se suaviza, el muchacho y su amigo Joseph emprenden un largo y peligroso viaje por tierras africanas, en una relación de compañeros que, junto con los encuentros que mantienen con otras personas, es lo único grato de la historia.

Pero pronto Nivek quedará sólo y seguirá su viaje sin demasiados contratiempos, hasta llegar al desierto de Libia. Allí el horror se hará otra vez presente y no abandonará al lector hasta la última página del relato.

En la contraportada del libro se nos habla de realismo mágico. Yo diría que realismo sí: son reales las minas de coltán en la República del Congo, los intereses económicos de una clase opulenta africana y de otros países para quienes la vida humana no vale nada en absoluto; son reales aquellos que intentan ayudar curando, formando y educando a gente vulnerable; son reales los inmigrantes que consiguen atravesar el desierto y perecen víctimas de mafias que los dejan morir o los esclavizan en Trípoli y zonas aledañas de Libia; son reales los que entregan todo el dinero que han logrado reunir para la travesía por el Mediterráneo, pierden la vida en el intento o llegan a las costas europeas y descubren que el cielo prometido existía sólo en sus cabezas. Nivek sería el representante de muchos de esos desdichados. No hay nada de “mágico” en su desdicha.

Poco más que decir. Aunque sea una historia en gran parte repetida a diario, el modo excepcional como se ha dibujado y relatado, merece bien la pena sumergirse en las páginas del cómic.

 

Por Mª José Alés

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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