TODO EL AZUL DEL CIELO

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El libro de hoy, recomendación también de una bibliotecaria, se titula Todo el azul del cielo, su autora es Mélissa Da Costa, está traducido del francés por Julia Calzada y Xisca Mas y editado por Suma.

Si inicio la reseña de Todo el azul del cielo explicando que encontramos en sus páginas bastantes referencias a El alquimista de Paulo Coelho, los que conocen las obras del autor brasileño, entenderán enseguida que se trata de un libro con una parte importante de autoayuda; lo que incluye conocimiento de uno mismo, meditación, ecología, solidaridad y buenos sentimientos por doquier.

La autora ha incorporado lo anterior a la historia de Émile, un chico de 26 años con un trabajo poco satisfactorio y abandonado por la novia con la que convivía, al que le diagnostican Alzhéimer precoz, en un proceso degenerativo que en dos años más o menos le provocará la muerte.

Consciente de que, según los médicos, su deterioro físico y mental será irremediable en poco tiempo, Émile no desea que sus padres, su hermana y un amigo, al que quiere mucho, padezcan asistiendo a ese deterioro.

Así que finge aceptar la participación en un ensayo clínico de su dolencia y, mientras tanto, organiza el viaje a los Pirineos que había previsto realizar junto a su amigo, antes de que éste contrajese matrimonio y tuviese un hijo.

El viaje ahora tiene como objetivo esperar la muerte en plena naturaleza, alejado de la compasión y el dolor que ve cada día en los ojos de sus seres queridos.

Decidido, sin comunicárselo a nadie, Émile compra un autocaravana, la esconde, y pone un anuncio en Internet en el que explica, a un dudoso compañero de aventuras, tanto las características de su enfermedad, como el deseo de iniciar un viaje sin retorno a los Pirineos, alternando la autocaravana con el senderismo.

Su sorpresa es grande cuando recibe la respuesta de Joanne, una chica de 29 años que acepta participar en esa especie de peregrinaje.

De ahí en adelante, el ritmo de la narración se ralentiza. Abundan las descripciones detalladas de paisajes y pueblos, casi propias de una guía de viajes; lugares que seguro Mélissa Da Costa conoce y que, por la manera como los describe, apetece recorrer.

Mientras, los dos jóvenes van profundizando en una relación que se inició problemática, ya que ella, siempre triste y vestida de negro, dejaba atrás una historia traumática que poco a poco iremos descubriendo.

Antes he hablado de meditación. Joanne, además de ser vegetariana, practica la meditación; también repite frases que hacen pensar (algunas de Paulo Coelho) y conoce remedios vegetales que aprendió de su padre, un hombre muy especial, gran lector y experto en  plantas.

Por influencia de la joven, Émile reflexiona sobre su vida anterior, sobre las personas más cercanas y sobre sus intereses y reacciones en el pasado.

Para ello, la autora hace retroceder la narración en muchos momentos, haciéndonos conocer la historia de ambos jóvenes, de modo que el ritmo se interrumpe o se hace más lento.

Ecoaldeas, frases inspiradoras, paisajes recónditos y maravillosos, pueblos perdidos, gentes solidarias y una relación complicada en principio que, según dice en la contraportada, evolucionara hasta proporcionar al lector al final del relato “una sorpresa maravillosa”.

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