He leído muchos libros de viajes escritos por Javier Reverte: Corazón de Ulises, El sueño de África, El río de la luz, Canta Irlanda, Un otoño romano, Un verano chino… Todos me parecen geniales, a pesar de que, como es lógico, por tratarse de territorios distintos, existan diferencias en la manera de desarrollar el contenido de los mismos.
Como de todos he realizado en Opticks la correspondiente reseña, me voy a centrar brevemente en lo que tienen en común: Javier Reverte viaja por un determinado territorio, explica lo que va descubriendo, apoyándose en datos históricos, y cuenta las experiencias vividas en ese viaje.
Sin embargo, en el libro que acabo de leer del autor madrileño, que se titula Dios, el diablo y la aventura y está editado por Penguin Random House, el protagonista principal del viaje no es él, sino Pedro Páez, un jesuita con cualidades excepcionales: políglota, hombre de acción, intelectual y arquitecto, que vivió entre los siglos XVI y XVII y fue el primero en llegar a las fuentes del Nilo Azul, en el etíope lago Tana, en abril de 1618, 152 años antes de que lo hiciera el escocés James Bruce, que se atribuyó la gloria de tal descubrimiento.
Al averiguar que Pedro Páez, al que creía portugués, en realidad era español, nacido en Olmeda de la Cebolla, un pequeño pueblo cercano a Madrid que se llama en la actualidad Olmeda de las Fuentes, ante el olvido que hasta en el pueblo de su nacimiento tenían de su figura y sus proezas, Javier Reverte decidió investigar en profundidad la vida de este personaje en su periplo por España, Portugal, India, diversos mares y Etiopía, para lo cual se valió de archivos nacionales y de los libros y la documentación que conservaban los jesuitas.
He apuntado antes que Javier Reverte aporta en sus libros datos históricos. Aquí se remonta a la figura de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, expone las muchas vicisitudes que dicha Compañía vivió a lo largo de su historia, analiza sus luces y sus sombras, ensalza su espíritu renacentista, visible en el afán por el estudio y la enseñanza, por conocer y dejar constancia del progreso humano, colaborando en el desarrollo de éste, junto a la consabida evangelización, en los lugares a los que llegaba cualquiera de sus miembros.
Junto a los jesuitas, en relación con la figura de Páez, muestra el escritor la España de los Austrias: reyes y acontecimientos acaecidos; habla de los viajes siempre azarosos de navegantes españoles y portugueses; de los que el propio jesuita realizó, con mapas incluidos, y de las penalidades que sufrió hasta llegar a Etiopía y conseguir el favor de uno de los reyes, que se convirtió en su amigo y para el que construyó un palacio de piedra de dos plantas a orillas del lago Tana.
Además de la historia de España y Portugal, así como de sus principales protagonistas, el hecho de que Pedro Páez viviese y muriese en Etiopía sirve a Javier Reverte para profundizar en el pasado de dicho país, tanto mitológico, con el viaje a Israel de la reina de Saba y el robo del Arca de la Alianza, como real: costumbres, luchas por el poder, invasiones, medios de vida, paisajes, ríos y lagos, clima, flora y fauna, etc.
Cuenta Javier Reverte en Dios, el diablo y la aventura que todas estas cuestiones las recogió Pedro Páez, al que presenta como un hombre valiente, simpático, alto, atractivo y de gran humanidad, además de las cualidades intelectuales citadas, en varios libros escritos en portugués y aún no traducidos a las lenguas españolas.
Un ejemplo más del interés que solemos mostrar por lo nuestro, que demasiadas veces ignoramos y hasta denostamos, al contrario de los ingleses y otros beligerantes vecinos.







