HA MUERTO JOSÉ SARAMAGO

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Al contrario que de Miguel Delibes, de José Saramago no he leído demasiados libros. Para mayor precisión, sólo seis: Memorial del convento, Viaje a Portugal, Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres, Ensayo sobre la lucidez y El hombre duplicado.
Pero esas seis obras creo que me permiten hablar, con una cierta objetividad, de su valía como escritor y como persona.

Como escritor, su lectura no resulta demasiado fácil. Aunque hay grados de dificultad, desde el barroquismo de Memorial del convento y la historia de Blimunda y Baltasar Sietesoles en el Portugal empobrecido y supersticioso del siglo XVII, hasta el retrato fiel y sosegado de lugares y gentes en Viaje a Portugal o el ataque irónico a los actuales sistemas políticos en Ensayo sobre la lucidez. Pero, en general, el lenguaje que usa suele ser culto y, a veces, críptico.
Como persona, José Saramago siempre deseó cambiar el mundo desde una posición de izquierdas, era comunista, y utiliza su obra para promover ese cambio. A través de personajes y situaciones, denuncia las injusticias y los mecanismos mediante los cuales el poder manipula, aliena y convierte en seres manejables, sin capacidad crítica y sin ninguna clase de rebeldía a sociedades enteras.
Sin embargo, Saramago no se limita a denunciar sólo a los poderosos, quiere también que los oprimidos despierten, que no se acomoden, que sean críticos, en fin, que abran los ojos, porque para cambiar el mundo no se pueden ir dando palos de ciego, hay que dotarse de instrumentos y razones.
Otro punto a favor del escritor-persona, es que pone su vida al servicio de los ideales que defiende. Teoriza y actúa. Está siempre dispuesto a apoyar con su presencia activa a todos los que sufren una situación de injusticia manifiesta: indígenas de Chiapas, palestinos, saharauis…
José Saramago afirmaba que “El lector, no lee la novela, lee al novelista”. Yo no estoy muy de acuerdo en otros casos. En el suyo, debo confirmar que tal afirmación se cumple por entero, y es grato conocer a un creador de esa categoría intelectual tan fiel a sus principios morales y éticos.
Por lo tanto, ha muerto José Saramago, será un placer continuar leyéndolo en sus obras.

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