LOS DESAYUNOS DEL CAFÉ BORENES

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Vuelvo de la biblioteca con un libro que me ha recomendado Kiko, por lo que deduzco que se trata de un texto excelente. Su título, Los desayunos del Café Borenes; su autor, Luis Mateo Díez.
Conozco desde hace tiempo a Luis Mateo Díez y he leído algunas de las novelas que sitúa en el territorio imaginario de Celama creado por él. Pero este libro es del todo distinto. En Los desayunos del Café Borenes el autor leonés analiza el panorama literario actual y explica de forma pedagógica de dónde procede y en qué consiste su identidad de escritor dedicado, sobre todo, a la ficción.
Los desayunos del Café Borenes está formado por dos textos que se complementan. El protagonista del primero, que da título al libro, es Ángel Ganizo, un novelista que compaginó su labor creativa con el trabajo en una compañía de seguros y que ahora, viejo y jubilado, se dedica a dar conferencias mientras recuerda los tiempos en los que se reunía con un grupo de amigos en el Café Borenes y unos y otros teorizaban sobre Literatura. Teorías que él escuchaba unas veces asustado y otras complacido, según coincidieran o no con su personal práctica.
Las tertulias del Café Borenes sirven de pretexto a Luis Mateo Díez para hablarnos, valiéndose de las opiniones de los tertulianos, del estado actual de la Literatura y la lectura. Ni qué decir tiene que su visión es bastante pesimista. Nada escapa a su análisis: el poder, los medios de comunicación, el degradado mercado editorial, el abandono del lector exigente; los escritores demasiado prolíficos a los que sólo interesa vender novelas que entretengan y complazcan, nunca que perturben o apasionen –novelas que no son novelas escritas por novelistas que no son novelistas para lectores que no leen-.
El título del segundo texto que contiene el libro es Un callejón de gente desconocida. Luis Mateo Díez recuerda así a la escritora Irène Némirovsky que afirmaba que toda gran novela es como un callejón de gente desconocida.    
Unos desconocidos tras los que el escritor, en un primer tramo, ha de andar, presentirlos, buscarlos hasta hacerlos suyos; para, en un segundo tramo, caminar con ellos, y en un tercero y definitivo “andar en ellos”.
Esos personajes que habitan una determinada atmósfera que los envuelve de tal manera que resultan para el lector inolvidables. Todos los que llevamos años leyendo podríamos nombrar algunos.
Los personajes creados por Luis Mateo Díez pertenecen a la grey de los perdedores, tienen nombres extraños, quizá antiguos; muchos de ellos habitan en Celama, en unos escenarios que recrean una atmósfera peculiar en la que resulta complicada la lucha por la supervivencia.
Pero antes de hablar sobre los personajes, Luis Mateo Díez cuenta en el libro que en su tarea como novelista acostumbra a buscar en principio el título que dará a la novela y el tono de la misma. Después pone a trabajar a la imaginación, apoyándose siempre en la memoria, y elige las palabras adecuadas para que la historia que desea contar se haga realidad. La ficción es un espejo de la vida, un espejo que tiene a la imaginación y a la memoria como elementos desencadenantes y a la palabra como elemento constitutivo.
Un espejo de la vida y que en cierta manera la trasciende, ahí Luis Mateo Díez se refiere a la novela realista con nula pretensión de trascendencia y a la demasiado introspectiva.
Los desayunos del Café Borenes de Luis Mateo Díez es uno de esos libros cuyo contenido apetece comentar en grupo porque, pese a su brevedad, 174 páginas, aporta una enorme cantidad de información sobre la génesis de una obra literaria y sobre las características que esa obra debiera tener para que su lectura ayudara a forjar buenos lectores.
 

 

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