UNA PRINCESA EN BERLÍN

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Hace bastante tiempo me hablaron de manera elogiosa del libro que hoy traigo a Opticks y que, curiosamente, fue elegido por uno de los grupos de lectores de los que formo parte. Se titula Una princesa en Berlín, su autor es el norteamericano Arthur R. G. Solmssen y fue publicado en España en 1982 por la editorial Tusquets.
Se podría calificar a este libro como novela histórica porque reproduce con todo detalle acontecimientos acaecidos en Alemania en los años transcurridos entre ambas guerras mundiales, en especial en 1922.
Es en ese año y en París cuando Peter Ellis, un joven norteamericano al que hirieron en 1917 en la batalla de Verdun, mientras participaba como voluntario conduciendo ambulancias en la 1ª Guerra Mundial, se reencuentra con un oficial alemán, Christoph Keith, al que salvó la vida en la citada batalla. Este encuentro ayuda a que Peter se instalé en Berlín, con la idea de ampliar sus estudios de pintura, en contra de la opinión de su padre, prestigioso cirujano cuáquero, que pretendía volviese a Estados Unidos y eligiese una profesión menos arriesgada en cuanto a previsiones de futuro se refiere.
En Berlín su nuevo amigo, además de acogerlo en la casa familiar, lo introduce en el círculo de los Waldstein, acaudalada familia de banqueros judíos en el banco de los cuales trabaja.
Durante una fiesta en casa de los Waldstein, Peter conoce a la hija menor, Lili, de la que pronto se enamora. También conoce al profesor Max Liebermann, prestigioso pintor que le recomienda tome clases de pintura con Fritz Falke, un artista bohemio que vive con varias mujeres que ejercen la prostitución en los barrios obreros de la ciudad.
El movimiento nacionalista es puramente negativo, puramente destructivo. Los nacionalistas están buscando un programa… y un jefe.
Este párrafo resume lo que para mí es lo más destacable en el libro, el pormenorizado análisis que Arthur R. G. Solmssen realiza de la sociedad alemana tras el Tratado de Versalles, los distintos movimientos revolucionarios que surgen: espartaquistas de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, los Freikorps opuestos a ellos que protagonizan el golpe de Estado de Kapp o el Putsch de Múnich que llevaría a prisión a Adolf Hitler.
Junto a los movimientos revolucionarios está la situación de la mayor parte de la sociedad alemana, clases medias y clases populares, empobrecidas por la guerra y sin futuro a causa de las condiciones económicas y militares impuestas por los vencedores. Situación que agrava la inflación descontrolada que sufre el país, lo que lleva a afirmar a uno de los personajes que con cuatro mil dólares se puede comprar la mitad de Berlín.
Mientras tanto, los más adinerados, en el libro son sobre todo nobles, políticos y hombres de negocios judíos o no, aunque intentan distintas estrategias para recuperar el control, viven en gran parte ajenos al peligro que se avecina. Un ejemplo real, que el autor explica con todo detalle, es la actitud de Walther Rahenau, Ministro de Asuntos Exteriores en la República de Weimar y persona de elevados ideales tanto nacionales como sociales, que se creía a salvo de cualquier ataque terrorista y fue asesinado.
Junto a este caso real y otros muchos, de ahí el justo calificativo de novela histórica, están los Waldstein, banqueros judíos imaginarios, pero que pueden representar a la perfección a poderosas familias que vivieron en realidad. Estas personas, ninguna de ellas del estamento militar, integradas por completo en una sociedad de la que creían ser parte notable y a la que habían servido lealmente, se consideraban a salvo, al igual que Rahenau, de cualquier ataque y continuaban disfrutando de sus riquezas como siempre.
El contraste entre la vida de los privilegiados, las empobrecidas clases medias que representa la familia de Cristof, y los más humildes que rodean al pintor Falke, es un rasgo más de la novela que nos lleva a entender, de algún modo, por qué aquellas gentes tenían la necesidad de encontrar algo o alguien que les devolviera la dignidad y les aportara esperanza.
El documentado y riguroso análisis histórico y sociológico de la época, con todas sus variantes: económica, militar, política, etc.; así como la profundización psicológica en el carácter de cada uno de los personajes, la descripción de paisajes y ambientes, las pinceladas románticas que contribuyen a suavizar la dureza del relato, la manera cómo está construido que te hace mantener el interés de principio a fin, lo inteligente del título, los poemas de Bertolt Brecht y hasta la cita de El mundo de ayer de Stefan Zweig que he encontrado en sus páginas, han motivado que Una princesa en Berlín de Arthur R. G. Solmssen pase a ocupar un destacado lugar entre los libros de mi biblioteca.

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