EL DIBUJANTE DE ESTAMBUL

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En la Navidad del año 2006, Pili y Luis, mis amigos de la librería Plumier, me regalaron un libro titulado Nieve, obra del Premio Nobel de ese año Orhan Pamuk.

La lectura de Nieve bastó para convertir al escritor turco en uno de mis favoritos. Sus obras me llevaron a interesarme por la siempre complicada y tormentosa historia de Turquía.

Una historia que me ha hecho recordar con bastante tristeza el libro que hoy traigo a Opticks.

Se trata de una novela gráfica titulada El dibujante de Estambul, su autor es el ilustrador y caricaturista Ersin Karabulut y está editada por Harper Collins.

Al terminar de leer El dibujante de Estambul mi primer pensamiento fue que el tema central del libro era la libertad. Después, al buscar información sobre el mismo, comprobé que ésa era la idea destacada por todos los que lo habían leído: libertad de pensamiento, libertad de expresión, libertad de creación, libertad de prensa.

Una serie de libertades por las que ha sido perseguido y procesado en dos ocasiones Orhan Pamuk, con la repetida acusación de ir en contra de “la identidad turca”. ¡Ay las identidades!

Ersin Karabulut no ha sido procesado, pero sí amenazado y perseguido por los fundamentalistas del país, gobernado en estos momentos por un islamista que se dice moderado: Recep Tayyip Erdogan, pero que ha ido anulando a base de represiones violentas las reformas laicistas implantadas, en un proceso de occidentalización secular, por Mustafá Kemal Atatürk, fundador de la República de Turquía en 1923.

Atatürk es celebrado en el libro por la madre de Ersin; al padre le preocupan los problemas a los que puede enfrentarse el hijo por su trabajo como ilustrador en revistas que critican el sistema presidencialista implantado.

El dibujante de Estambul contiene una parte de la historia de Ersin Karabulut contada por él mismo, a la vez que la historia de la nación turca que su padre vivió a finales de los 70, cuando la sociedad estaba totalmente dividida “¡hasta en la forma de llevar el bigote!” y los llamados “lobos grises”, organización ultranacionalista, aterrorizaban y asesinaban a las personas que consideraban podían dañar “la identidad turca”.

Ersin Karabulut nació y creció en Estambul. Sus padres eran profesores, pero el escaso sueldo de ambos les obligaba a vivir en un barrio bastante humilde y a que el padre pintase cuadros para añadir algo de dinero a la escasa economía familiar. El niño siempre fue un gran aficionado a los cómics, así que su vocación de ilustrador surgió muy pronto.

Ilustrador no era una profesión prometedora, por lo que en casa le animaron a prepararse para entrar en la universidad y cursar una ingeniería. El padre pensaba que un ingeniero tendría más posibilidades de prosperar que un ilustrador gráfico.

Los dibujos que ilustran el proceso, como el resto que encontramos en las ciento cuarenta y nueve páginas del cómic, son extraordinarios e impactantes. Nos dicen mucho de la vocación de un niño al que no asustan los vecinos fundamentalistas con “sus rosarios y sus barbas” y que, pese a las advertencias de sus padres, apoyado por los héroes de los comics que tanto valora, deja atrás la posible ingeniería, dibuja de continuo y se matricula en la universidad para estudiar diseño gráfico, llegando a ser un reconocido ilustrador en una importante revista.

Después, como en el caso de Orhan Pamuk empiezan los problemas y los procesos a otros ilustradores; no se puede caricaturizar al presidente: “Que los medios anden con cuidado. La Turquía de hoy no es la de ayer”. “Esa gente son terroristas, son ateos”.

Orhan Pamuk pasa la mayor parte del tiempo fuera de Turquía.

Ersin Karabulut vive en Estados Unidos.

 

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