23 DE ABRIL DE 2020 – DÍA DEL LIBRO
En este encierro angosto, salobre como el llanto,
sólo queda el reposo que nos brindan los libros,
testigos silenciosos y fieles de otros tiempos,
poblados por personas con destinos distintos,
quizá más truculentos, quizá más apacibles,
pero que siempre encuentras si buscas en los libros.
Los cuentos que una niña acunaba obstinada,
hallando entre sus páginas mundos desconocidos.
Los libros de poemas que llenaban el pecho
de anhelos turbadores que aún vivían dormidos.
Las novelas de viajes, amor, ciencia, aventura,
miedo, historia, denuncia de casos no vividos.
Las obras de teatro, los ensayos, las fábulas,
la crítica, el halago, la realidad y el mito.
Libros para ser buenos, libros para ser sabios,
que según mi criterio viene siendo lo mismo.
Libros que te emocionan, libros que te entristecen,
mostrándote que el otro no es siempre compasivo.
Libros para el insomnio que hace las noches largas,
y para las mañanas de amaneceres tibios.
Libros que dulcifican el dolor de la ausencia,
un dolor que recogen muchas veces los libros.
Libros para hostigar a Dios en el misterio,
y para reencontrarse con el grupo de amigos.
Libros que son la guía, la brújula y el mapa,
que orienta hacia un futuro que se pretende limpio,
recuperando entonces el derroche de risas,
que antaño engalanaban de alegría el camino.
Libros que nada piden, libros que todo ofrecen.
Mucho de lo que amo me lo dieron los libros.