Cruzar el cielo

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Por Mª José Alés

 

 

En la solapa del libro de poemas de Ada Soriano que se titula Cruzar el cielo, aparece una fotografía que muestra a la poetisa contemplando el paisaje ensimismada.

Luego, conforme te adentras en las páginas, en el sentido del misterio que imprime a su poesía esta autora oriolana, y vas leyendo los distintos poemas que componen la obra, descubres, o crees descubrir, el sujeto y el porqué de esa contemplación.

Ada Soriano cruza el cielo y expresa con un profundo e intimo lirismo lo que sus ojos y su mente captan. Nos habla de la Luna:

Aquella vez estabas tan cerca que pude sentir

tu aliento gélido y contemplar la mirada irónica

de tus cicatrices.

Del sentido último de un beso:

Tus labios y mis labios, inmersos en su creación,

se alejan del mundo.

Del rocío del mar, de Tot y de Venus; para girar después hacia sí misma y convertirnos en espectadores de una Ceremonia interior que concluye, aceptando lo que va descubriendo, con una afirmación radical:

Sólo yo soy dueña de mis cataclismos.

Siempre me ha fascinado la forma de mirar de los auténticos poetas, esa capacidad que tienen de ver lo que escapa al común de los mortales. Por eso me pregunto, investigo, pretendo abarcar y comprender lo que el poeta o la poetisa sienten, y hasta me identifico, en este caso con Ada Soriano, cuando dice, refiriéndose a la oruga convertida en mariposa:

Hubo un tiempo para nacer, pero nunca es tarde para retomarlo;

cuando pasea por Una ciudad del sur:

Y cada hombre que pasaba era un rostro

sin identidad, una imagen camuflada;

cuando, al sorprenderla el Atardecer en una plaza, escribe:

Me sentí prescindible y ajena,

una mota en el ojo de alguien.

Luego en otros poemas contenidos en Cruzar el cielo, no es preciso esforzarse, la poetisa se muestra tal cual es, comparte con nosotros sus amores:

La altura de la montaña, su cualidad de inaccesible;

el sol, el mar, el verano, el hombre, los poetas suicidas y los otros; la poesía, a la que odia y ama a la vez:

A ti, que paseas por mi conciencia

y me bautizas rara y compulsiva.

A ti, incontrolable y poderosa que surges de improviso

y me conduces por las escaleras del miedo

y me dejas caer por el suelo resbaladizo de los toboganes.

A ti, te odio y te amo.

Y en ese compartir, Ada Soriano, dedica diversos poemas de este libro a personas cercanas, queridas o admiradas: algunos amigos, José Luis Zerón y sus hijos, Sylvia Plath, su abuela paterna, su padre, al que, viéndole enfermo, dirige un poema especialmente intenso y conmovedor:

Yo era Blancanieves sin madrastra.

También mis ojos y mis cabellos eran oscuros,

y mi piel blanca, aunque no tan rojos mis labios.

Y mi padre era el héroe. Mi padre era una torre

de enanos superpuestos, un hombre alto.

Dibuja un nazareno, papá. Dibuja una tela,

una mirada de óvalo que hurgue entre la multitud.

 

Una mirada, la mirada sincera, doliente en ocasiones, libre siempre, íntima y personal de Ada Soriano.

 

 

 

“Cruzar el cielo”

Ada Soriano

Editorial Celesta, Madrid, 2016

 

Publicación : 09 de mayo de 2016

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