Miguel Ángel Díez

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Hoy recuperamos la entrevista que Kiko Sanjuán le hizo al ilustrador Miguel Ángel Díez. Aquello fue en 2014, cuando celebrábamos la publicación de nuestro número 15. Un número dedicado a la Luz cuya portada dibujó Miguel Ángel Díez. Aquí va. Disfrutadla.

Cuando desde la redacción de Opticks me propusieron hacerte la entrevista me dijeron que el lema de este número era “Luz” e inmediatamente recordé aquellos versos de Carlos Marzal que dicen “De tanto ver la luz hemos perdido / la recta proporción de ese milagro…“, ¿en qué te has inspirado tú para plasmar algo a lo que estamos tan acostumbrados como es la luz pero que a la vez resulta difícilmente definible o cuantificable fuera del campo de la física?
Es curioso, aun sin saber qué motivo iba a dibujar para la portada, tenía claro que para poder representar la luz debía rodearla de oscuridad.
Mi primera idea, desechada, era un gran ventanal en una casa sombría y una figura femenina compartiendo ambos mundos. Cuanta más intensa quieras que sea la luz, más oscuro debe ser su entorno. En el caso de la portada, el contraste no es muy grande, pero el juego creo que resulta simpático.
Desde el punto de vista de la idea, quién mejor para representar la contraposición entre luz y oscuridad que la de un sereno que porta un farol durante la noche; y qué mejor que encender el mismísimo sol.

Hay ilustradores que para empezar apuestan por crear un proyecto personal y presentarlo o intentar ganar algún concurso. En cambio otros prefieren ir en busca de clientes y encargos directamente. ¿Cuál fue tu caso? ¿Qué te gusta más?
Realmente empecé siguiendo la primera vía que mencionas, creando un proyecto personal junto al escritor Pablo Albo titulado Estela. Por supuesto, lo presentamos a un premio y, gracias a Dios, no ganó. Digo esto porque con el tiempo me di cuenta de que si hubiera salido premiado, el libro habría pasado completamente desapercibido. Tiempo después, Pablo se lo presentó a la editorial Thule y estos lo publicaron. Desde luego, fue lo mejor que le podía haber sucedido a mi primer trabajo.

Cuando recibes un encargo, ¿cuál es el proceso o los pasos creativos que sigues desde que recibes el texto original hasta la ilustración final?
Después de leer el texto, dejo que la historia se desarrolle en mi cabeza. Tengo una mente que se divierte complicándome la vida. No suelo hacer muchos planteamientos previos en papel. Solo la planificación de página y algún boceto de los personajes principales. Una vez lo tengo todo claro, empiezo con el dibujo a lápiz. Finalmente concluyo con el color. Dado el enfoque pictórico que le doy, esta fase suele llevarme mucho tiempo. Demasiado quizás.

¿Cómo afrontas los retos que te plantean cada historia a la hora de ilustrar?
Para mí esos retos son muy emocionantes. Descubrir las imágenes que se esconden tras un texto es lo que más me ilusiona de este trabajo. Realmente no me preocupan las posibles dificultades que se puedan presentar. Ni me lo planteo. Soy consciente de que todos los textos, por complicados que sean, tienen una ilustración apropiada. Y cuando creo que la he encontrado, soy muy feliz.

Has trabajado con distintos escritores como Pablo Albo, Nieves Pérez, Pedro Villar o Beatriz Osés. ¿Cómo es trabajar con ellos? ¿Cómo es vuestra relación? Después de algunos años, ¿qué Influye más en tu forma de dibujar el autor o la historia?
Básicamente, trabajar con ellos es un placer; pero es mejor que no se enteren, que después se les sube a la cabeza. Además, son muy pacientes. Y, por encima de todo, siempre me han dado completa autonomía a la hora de enfocar el trabajo. Tenemos una muy buena amistad. Con los cuatro o he repetido o voy a repetir en el futuro. Dicho esto, cuando ilustro un libro, no pienso en el autor.

En España, a pesar de que el concepto de álbum ilustrado es todavía algo tradicional y siempre se asocia con el libro infantil, últimamente se publican cada vez con más frecuencia obras que no responden exactamente a la definición de libro infantil, es como si los álbumes ilustrados hubieran salido del dormitorio de los niños para instalarse en el de los mayores. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
Históricamente, y de una manera paralela al cómic, la ilustración para adultos no ha sido ni siquiera considerada en España. Hasta la llegada de ilustradores valientes en los años 70 como Miguel Calatayud, me atrevería a decir que el único enfoque había sido el infantil. En otros países de nuestro entorno esto habría sido impensable. Me gusta cómo has presentado la cuestión. Supongo que si un pintor de la relevancia de Miquel Barceló ilustra un libro, se puede considerar que el libro ilustrado ya se ha instalado en el dormitorio de los mayores. De paso, quisiera añadir que muchos de esos llamados libros ilustrados infantiles también deberían estar en el dormitorio de los mayores. En España hay muchos ilustradores que trascienden el concepto habitual de ilustrador infantil.

A estas alturas, después de una veintena de libros publicados, es más que evidente que posees un personalismo estilo, bien definido, que te identifica nada más ver el dibujo, pero ¿tu estilo o lenguaje gráfico surgió de forma natural o te preocupaste de investigar técnicas, probar, etc.?
Tengo cientos de páginas llenas de manchurrones que atestiguan que mi estilo visual no surgió de una manera natural. Hice todo tipo de piruetas pictóricas hasta que encontré mi camino. Eso sí, cuando lo encontré supe que ese sería mi estilo porque me acercaba a otra de mis pasiones, la pintura.

¿Y te llevo mucho tiempo descubrir con qué estilo te sentías más cómodo?
En realidad, debo diferenciar entre mi trabajo en color y mi trabajo en blanco y negro. El primero, me llevó un par de años pulirlo; de hecho, fue mi primer libro, Estela, el que terminó de definirlo. Por el contrario, mi trabajo en blanco y negro dista mucho de tener un estilo nítido. Y creo que nunca lo tendrá. Pero por el hecho de poseer un estilo tan claro e inequívoco, nunca te ha surgido el dilema de que cuando te llaman para hacer algo, lo hagan según lo que han visto de tu trabajo y si continúan pidiéndote lo mismo, corres el riesgo de estancarte… Estoy convencido de que si me proponen algo es por mi modo de ilustrar. Para bien o para mal, esto le debe de pasar a todos los autores. De todas formas, mis encargos suelen ser bastante variados en cuanto a la temática. Desde un punto de vista personal, aún creo que tengo que hacer unos cuantos libros que me contenten antes de pensar que he amortizado mi estilo.

¿Cómo definirías tu técnica o estilo?
Como comentaba anteriormente, soy un ilustrador cercano a la pintura. Supongo que mis “maneras” son un reflejo de mi personalidad. También reconozco que me encantan otros tipos de técnicas. En el futuro me gustaría alternar con otros estilos. Admito que de vez en cuando debería liberarme un poco. En cuanto a los aspectos narrativos que aplico en los libros, utilizo lenguajes próximos al cómic y al cine. ¿Tú personalmente le prestas atención a las tendencias? ¿Crees que es importante hacerlo? No, nunca lo he hecho. Desde luego no me parece algo trascendental. Aunque debo reconocer que he tenido muchísimas y muy dispares influencias. No me agradan ciertos estilos muy comerciales que acaban siendo repetidos y copiados hasta la saciedad. Me aburren considerablemente.

¿En tu paleta de colores existen toda la gama cromática o muestras una mayor predilección por ciertos tonos y colores?
No utilizo una variedad cromática excesivamente grande. Aunque bien es cierto que en los últimos tiempos la he incrementado un poco. Todo depende del presupuesto que tenga para comprar ceras. Es broma. Estoy convencido que en el futuro esto cambiará, pero no sé cuál será su dirección.

¿Ahora mismo cuáles son tus inquietudes y preocupaciones dentro del mundo de la ilustración?
Tengo las mismas inquietudes que el resto de mis conciudadanos. Confío que haya una pronta mejoría económica que permita hacer rodar a este país con normalidad. Es importante para las editoriales, para los autores, por supuesto, que las familias y las instituciones recuperen cierta solvencia económica. Por otro lado, me encantaría que la lectura tuviera mayor importancia en las escuelas. Mi infancia estuvo marcada por los libros, aunque quizás yo no sea el mejor ejemplo.

¿Qué te queda por hacer en el mundo de la ilustración? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Todo. Me queda por hacer todo. Apenas he llegado a raspar la superficie de mis “trastocadas” necesidades creativas. Dicho de otro modo, de momento sigo teniendo mucha hambre. Lo que desconozco cuál será mi ritmo de trabajo en el futuro. Mi próximo proyecto es una colección que estoy ultimando con el escritor Roberto Aliaga y que publicará Anaya en unos meses. Son varios libros dirigidos a niños pequeños y tendrán mucho humor y sensibilidad. O eso espero.

Para finalizar, y retomando la imagen inicial del sereno de la portada, podemos decir que tus libros son farolillos que iluminan la imaginación de los niños, y no tan niños, pero, ¿cuál es el farolillo que alumbra tu camino profesional y que te hace ilusionarte ante la hoja en blanco para afrontar un nuevo proyecto?
Muchas gracias. Eres muy amable. Y eso que el hueso de jamón que te envié apenas daba para hacer un caldo aguado. Fuera de bromas, ese farol puede ser representado por la absurda necesidad de dar salida a mi imaginación. Uno más de mis múltiples defectos. ■

Por Kiko Sanjuán

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