EL MONSTRUO DESTERRADO

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¿Quién no tiene, ha tenido y hasta puedo aventurar que tendrá alguna vez un monstruo escondido en el armario?

Lo que acabo de escribir podría servir de introducción para un libro de psicología o de autoayuda. Sin embargo, el libro que hoy traigo a Opticks, aunque habla de armarios y de monstruos, está dedicado a los niños.

Se trata de El monstruo desterrado, el escritor es Octavio Ferrero, las ilustraciones son obra de Jordi Vila Delclòs y lo publica la editorial Iglú.

Octavio Ferrero utiliza la poesía para contarnos la historia de un niño, o mejor de un monstruo, ya que el principal protagonista, que vaga aterido en pleno invierno por las calles, tras ser desterrado de la habitación del pequeño, es el monstruo.

Todo comienza cuando al nombrado monstruo, que vivía calentito y feliz en el armario del dormitorio del niño, se le ocurre la idea de salir y darle un buen susto.

El problema es la reacción inesperada del que debería asustarse. Se asusta, sí, pero no se mete debajo de la cama ni empieza a gritar de miedo. ¡Caramba! ¡Menudo susto! ¿Pero tú qué te has pensado?

Sus gritos son de enfado ante la osadía del visitante y su reacción no es esconderse ni salir corriendo, sino ordenar al monstruo, de una manera que no admite réplica, que abandone la habitación y se vaya a asustar a otro lado. ¡Fuera! ¡A asustar a otro lado!

El pobre monstruo queda muy sorprendido, porque nadie, de todos aquellos a los que se dedicó a asustar en su larga carrera, había reaccionado así; y fueron muchos: Lobos, osos, pájaros, duendes, sapos, niñas y niños, princesas, ancianos, perros y gatos. ¡Hasta asusté a un samurái y a un fiero y bravo corsario!

La sorpresa le hace salir de la habitación tan, tan deprisa, que olvida los zapatos. Encima el monstruo notó que no llevaba zapatos.

Así que, ante las adversas circunstancias que le toca vivir en su inesperado destierro, tiritando por el frío, sin abrigo y sin armario, el monstruo decide regresar al cuarto del niño e intentar averiguar las causas de tan iracundo enfado. ¿Se puede saber qué pasa para estar tan enfadado?

El niño reflexiona, piensa un poco, luego decide que le ha dado hambre y que no le gusta cenar solo. Así que invita al monstruo a compartir su cena. Monstruo, tengo mucha hambre, ¿quieres cenar a mi lado?

Ante tan amistosa invitación, las dudas sobran. Es un placer cenar en compañía.  Pollo, patatas y leche, una naranja y un plátano. ¡Qué armario tan calentito y qué menú tan variado!

Con el estómago lleno, resulta fácil rectificar pasadas opiniones. Parece un niño valiente y también es muy simpático.

Pero al niño, al igual que a cualquiera de los lectores de esta instructiva y reflexiva historia, maravillosamente ilustrada por Jordi Vila Delclòs, algo que no debe extrañarnos tratándose del extraordinario ilustrador catalán; insisto, al niño no le tranquiliza nada dormir sabiendo que hay un monstruo en el armario. Por lo tanto, su orden es terminante:

Bueno, voy a dormir, monstruo, ¡sal corriendo de mi cuarto!

Y el monstruo…

Bueno, la reacción del monstruo ante la orden la tendrán que descubrir los pacientes lectores.

 

Por Mª José Alés

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