Y LAS MONTAÑAS HABLARON

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El libro que hoy traigo a Opticks acaba de salir al mercado. Se titula Y las montañas hablaron y es obra del escritor afgano residente en Estados UnidosKhaled Hosseini, del que ya he leído Cometas en el cielo y Mil soles espléndidos, novelas que me parecieron interesantes, conmovedoras y bien escritas.
Al igual que ocurre con las dos obras citadas, la temática de Y las montañas hablaron gira en torno a Afganistan y la historia de este país asiático que presenta más sombras que luces.
Los protagonistas principales son Abdulá, un niño de diez años, y su hermana Pari de tan sólo tres. La madre de ambos murió al nacer la niña y el hermanito se ocupó de cuidarla, hasta que el padre, Sabur, se vuelve a casar, e incapaz de mantener a los nuevos hijos que van llegando y a los anteriores, toma la decisión de, a cambio de dinero, entregar a Parí a un rico matrimonio de Kabul que no tiene hijos y con el que se ha puesto en contacto por mediación de Nabi, hermano de su segunda mujer y sirviente del matrimonio en la capital.
Esta primera parte del relato, que se inicia cuando el padre cuenta a Pari y a Abdulá, antes de que se duerman y emprendan a la mañana siguiente el viaje hacia Kabul, una antigua historia de la mitología afgana, y concluye con la entrega de la niña, es lo que me ha parecido más atrayente de todo el libro.
Luego, de forma progresiva, Khaled Hosseini  incorpora a Y las montañas hablaron nuevos personajes con su bagaje de vivencias a cuestas, todas ellas dramáticas, lo que provoca, siempre a mi parecer, que la tensión inicial se diluya ante tantos y tan variados frentes abiertos.
Citando un poco por encima para no desvelar toda la trama a posibles lectores, el autor muestra en el libro la dura vida del campesinado sometido a los rigores del clima en aldeas sin los mínimos servicios sanitarios; la cuestión de los matrimonios mixtos entre afgano y extranjera, francesa en este caso; los cambios sociales, económicos, etc. provocados por las invasiones, los conflictos bélicos y la llegada de los talibanes al poder; la corrupción asociada a la droga que traen consigo los llamados señores de la guerra; el trabajo de los cooperantes internacionales en Kabul; los campos de refugiados en Pakistán; el exilio y sus consecuencias para los afganos que abandonaron su país, trasladándose a Estados Unidos o a Europa, etc.
Pero no sólo en Y las montañas hablaron se abordan con mayor o menor profundidad los temas anteriores y bastantes otros, sino que el autor nos cuenta cómo ha sido la vida de algunas de las personas que encontramos en ellos; por ejemplo, la de Parwana, segunda mujer de Sabur, y la de Markos, médico y cooperante de origen griego.   
Surge así ante los ojos del lector un tapiz (acertada palabra que tomo de la contraportada del libro), cuya urdimbre exhibe tal cantidad de hilos distintos, que el resultado no posee la calidad que podía esperarse en esta tercera obra de Khaled Hosseini, tras la grata sorpresa que supusieron las dos primeras.
En su pretensión de hacernos conocer el mayor número de matices de la compleja realidad afgana y universalizar a la vez actitudes y sentimientos, que ya de por sí son universales, Khaled Hosseini ha dado lugar a que pensemos, es mi opinión, que con los hilos que quedan sueltos o que sobran en Y las montañas hablaron podrían escribirse varias novelas.
 

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