STONER

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En la contraportada de Stoner, libro del escritor norteamericano John Williams, del que me hablo hace unos días Niko Ariel Crispino, y que acabo de leer, aparecen una serie de comentarios admirativos realizados por personalidades importantes dentro del campo de la cultura.
Repasándolos, me doy cuenta de que tengo poco que añadir a ellos. Quizá unirme a la sorpresa de Enrique Vila-Matas, cuando afirma no entender por qué una obra de esta categoría, publicada en 1965, no ha tenido mayor trascendencia.
Aunque tal vez sea dicha categoría la que no hace de Stoner una obra apta para el “gran público”. No porque su lectura resulte complicada ni porque utilice un lenguaje que no pueda entender el lector medio. Todo lo contrario, se trata de un relato sencillo en apariencia con muchos diálogos e intriga, en el que John Williams nos cuenta la vida de un profesor universitario, hijo único de unos humildes agricultores de Missouri, desde que nace en la deprimida granja paterna, es enviado por sus padres a la universidad para estudiar agricultura; allí descubre por medio de un profesor y en una especie de deslumbramiento, el mundo de la literatura, convirtiéndose en profesor de esta materia y ejerciendo su profesión, al igual que el resto de los quehaceres y afectos que surgen en su vida, con total integridad, hasta que muere en las últimas páginas de la novela.
Volviendo al estudio comparativo que realicé en la anterior entrada, Juan Marsé crea un personaje con una clara intencionalidad y lo convierte en protagonista del libro El amante Bilingüe. Charles Dickens actúa de igual modo, la Esther de Casa Desolada reúne todas las virtudes que el autor considera debería tener una mujer en la sociedad victoriana de la que forma parte; por lo tanto, tampoco se percibe como real.
El profesor Stoner creado por John Williams, sus padres, su mujer, su hija, sus compañeros, etc. son seres reales, con sus dudas, contradicciones, sueños frustrados, mezquindades, grandezas…
El autor no hace pedagogía, a pesar de haber sido profesor, también lo sea el protagonista principal del relato, y éste se desarrolle, sobre todo, en la universidad de Missouri. No pretende aleccionar a nadie ni exorcizar los propios demonios. Se limita a desplegar ante nosotros la vida de unos seres humanos con tal maestría, que terminas compartiendo cada segundo de esas existencias y te implicas en ellas y sufres y te enfadas. Y al final piensas que el desenlace que el autor elige en la conclusión de su libro no podía ser otro y es lo más hermoso que has leído en mucho tiempo.
Sí, puede que sea la sencillez, la autenticidad y la maestría con la que John Williams construye la historia de Stoner lo que ha impedido su mayor difusión. Libros de esta clase remueven por dentro, consiguen que te impliques y te cuestiones. No puedes evadirte leyéndolos.
Aún así, agradezco a Niko la posibilidad de conmoverme que me ha ofrecido con su lectura. Quizá hoy me sienta un poco triste; pero también, y se lo debo a él, un poco más consciente y más sabia.



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