Joan Vila Grau

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La luz a través del vidrio

Por Octavio Ferrero

 

 

Ya en el recibidor se intuye la luz del hogar, es una luz familiar y acogedora, plácida, alegre y tranquila, nos acompañará hasta que acabe el día. Estamos en Barcelona. El estudio de Joan Vila-Grau es heredado. Sus padres compraron la casa donde está ubicado en 1930, dos años antes de que él naciera. Nieto de pintor, hijo de pintor, “luego los descendientes que siguen el mal camino…”.

La luz que nos dirige procede de un pequeño jardín, que sirve de separación y bálsamo, ilumina salón y estudio. Una luz que transforma el tiempo y lo condensa. Hoy es hoy, pero también es ayer y es mañana. Quizás eso sea también el arte.

Mantener una conversación con Joan Vila-Grau es, sobre todo, practicar la destreza de la escucha. Puede aprenderse tanto mientras nos habla…

Nos sentamos cinco personas a escuchar y a conversar. Lorena y yo, que viajamos desde Alicante, Nuri, su mujer (se conocen desde niños, antes fue vecina “Si vols fer bon casar, casa’t amb bon veïnat”), su hijo Jordi, a quien agradezco la entrevista, y el propio Joan Vila-Grau.

Arropados por el mágico ambiente de una casa de artistas que es en sí misma arte, nos quedamos callados y escuchamos. Menos mal que le dimos a grabar.

 

Aunque su trayectoria artística es amplia y muy importante, nos centramos en su trabajo para las vidrieras que en 1999 comenzó a realizar para el templo de la Sagrada Familia de Barcelona, obra que la muerte de Gaudí hizo que quedase inacabada y cuya terminación se encomendó a un patronato, que con Jordi Bonet al frente, le encargó sus vitrales. La finalización del conjunto se prevé para el 2017.

 

“Me tomé casi un año para estudiar el uso que Gaudí hacía de la vidriera en sus edificios. Él había dejado algunos comentarios de tipo técnico que era sencillo respetar. Por lo demás, trabajo con una libertad absoluta. Quizá en su tiempo se habría pensado en unas vidrieras figurativas, pero ése no es mi estilo; vi que si aceptaban que las vidrieras no fuesen figurativas conseguiría un espacio como de reposo… Tuve la suerte de que la primera vidriera que me encargaron fue la de la Resurrección y encontré la manera de expresar el triunfo de la vida sobre la muerte a través del color y la luz. Gaudí dijo que el templo tenía que ser no del temor que inspira la oscuridad, sino el templo de la luz armoniosa. Yo lo que he intentado es crear una gran sinfonía de color”.

 

Y la relación entre plomo y vidrio en la vidriera…

Para mí el color en una vidriera es muy importante, pero los plomos dan un ritmo que completa el sentido de la vidriera. El plomo que aguanta cada pieza de vidrio que forma un ventanal puede ser simplemente una forma geométrica, con una función puramente de sostén de las piezas de vidrio que forman un ventanal, o puede dar un ritmo que complementa el color hasta formar una expresión total los dos elementos. Yo digo que el color es estático y el plomo es dinámico.

 

¿Cómo se siente un artista que colabora en un monumento que es un icono universal?

Sientes una gran responsabilidad, pero tienes que pensar que si los arquitectos y la junta te han escogido es porque te han visto capaz de hacerlo bien. Decían que por mi formación cultural yo podía comprender a Gaudí y mi obra se pensaba que podía ser idónea para este tipo de templo en el que todo, en cierta manera, es una novedad.

Lo que ha sido hasta ahora notable en la Sagrada Familia, es el sentido de colaboración que existe entre los que trabajamos en el proyecto. Desde el arquitecto jefe hasta un peón, todos siempre dispuestos a ayudar, a participar, a resolver problemas; o sea, un ambiente francamente agradable. La gente allí trabaja para ganarse la vida, pero trabaja consciente de que está haciendo algo fuera de lo común.

Yo ilustro esto apoyándome en Saint-Exupéry y su gran novela “Ciudadela”, el autor en un momento dado encuentra a dos canteros, y le pregunta a uno “¿Qué haces?”, responde “Picando piedra”. Al preguntar lo mismo al segundo, éste le responde “Yo una catedral”. Realmente toda la gente en la Sagrada Familia es consciente de que está haciendo una catedral. Un ambiente extraordinario.

 

¿Cuál es el significado de la luz en un pintor que proyecta vidrieras?

En la pintura la luz es reflejada en una superficie y aquí la luz pasa a través del vidrio de color. Por tanto, hay una diferencia y es que, especialmente en un templo tan grande como la Sagrada Familia, la luz siempre es variante, se trata de dar una armonía…

Tiene mucha importancia la incidencia del sol por un lado o por otro, o sea de una hora temprana de la mañana, al medio día, o a la tarde, pues el sol potencia unos colores u otros que hay que tener en cuenta.

Hay una experiencia de los vidrieros de la Edad Media, que es un momento cumbre en el arte de la vidriería, y es que son conscientes de que el sol de poniente da una potencia muy grande a los colores cálidos, mientras que el sol de levante es mucho mejor para los colores fríos: los verdes, los azules… En este caso, en cierta manera, había un argumento un poco simbolista, aunque no aparezca de una manera clara en las vidrieras, y es que siempre he considerado que luz recibía un determinado ventanal. Cuando se visita la Sagrada Familia se puede observar como en la parte que da a levante preponderan, aunque no son únicos, los tonos fríos: los verdes y los azules. En los ventanales que dan a poniente, que dan al oeste, preponderan los colores cálidos: los rojos, los amarillos, los cadmios.

 

Cuando la luz atraviesa un cristal determinado, la proyección de esta luz sobre otro color hace que este color cambie también…

Aquí no, pero sí que estoy pensando lo que será la realidad. O sea, lo que dices tú. La luz cuando pasa se abre, por tanto, inunda el color que tiene al lado. Tanto es así que en el gótico, que sabían ya muchísimo, a veces de lejos en un rosetón, ves unos rojos muy raros o unos verdes y te acercas a la vidriera y no están estos colores y lo que pasa es que un campo invade el otro campo y si pones un rojo y un amarillo, este amarillo va a tomar un tono rojizo.  Y en el caso de que sean unos azules y un amarillo, este amarillo se volverá un verde. Esto te crea cuando lo ves de lejos una sensación muy distinta de cuando estás cerca. Hay que jugar con esto y tenerlo en cuenta.

 

Es como la paleta de colores que se utiliza para pintar…

Exacto. Tienes que considerar si te interesa esta mezcla de color. En el gótico, a veces te encuentras con unas franjas de colores neutros que contornean un color, la razón es que les interesaba que este tono fuera puro, que no estuviera influenciado por los que tiene a los lados. Toda esta experiencia yo la he estudiado, y te sirve para trasladarlo, no para imitarlo, para ser consciente de que hay unas leyes. La vidriera tiene un lenguaje propio como vidriera, no hay que confundirlo con la pintura, es distinto, porque esta fusión de colores en la pintura no existe. En la pintura tenemos el color por reflexión, y yo diría que en la vidriera lo tenemos por difusión.

 

¿Cuáles fueron sus inicios en el trabajo del vitral?

Yo sabía lo difícil que es la vida de un pintor, económicamente y en todos los sentidos.  Pensé que me interesaba buscar unas posibilidades muy próximas, pero distintas a la pintura. Mi pintura es muy dura, fui consciente de que era muy difícil mantener esta sinceridad en mi obra pictórica porque tenía que ganarme la vida. Me interesé por dos campos: la cerámica y la vidriera.

En el año 55 hice mi primera vidriera, y la hice en la casa de vidrieros más importante de Barcelona en aquel momento. Había un propietario y vidriero, conocido de mi padre, supongo que le hizo mucha gracia que yo compareciera por allí con un proyecto. Me fue enseñando con una gran elegancia.

Pensé que si quería mantener el criterio austero en mi obra pictórica, necesitaría una ayuda, un mecenazgo, y lo encontré en las vidrieras, lo encontré en la cerámica, en los murales cerámicos. Por suerte, mi cuñado Jordi Aguade, es un excelente ceramista, fue colaborador de Llorens i Artigas y Miro; por tanto, era un hombre con interés muy abierto, digamos, y colaboramos siempre perfectamente. Así que he podido permitirme una pintura mucho más a mi manera, con más libertad.

 

En su trabajo como vidriero el discurso no siempre ha sido religioso, también ha sido profano. Aunque su primera vidriera fue un San Jordi.

Sí, la primera fue un San Jordi, pero he hecho muchas vidrieras en casas particulares, en entidades privadas…

Después de la guerra hubo unos años en los que quedó estancado todo y se imitaron cosas muy anteriores, no se siguió una progresión hasta la actualidad. En los años de postguerra, que fueron muy grises en todos los sentidos, la vidriera imitaba la vidriera gótica, o imitaba, cuando no era tema religioso, la vidriera isabelina, con esmaltes, una técnica muy discutible en el arte de la vidriera.

Trabajé con la técnica de la loseta de vidrio y el cemento armado. Poco antes de la Guerra Civil era una técnica que había empezado a verse muy poco aquí. La loseta de vidrio es gruesa, y en lugar de usar el plomo para hacer la red que aguanta todas las piezas que forma la vidriera, se usaba el cemento armado.  Era muy interesante. Pero no contábamos con la oxidación. Los mismos elementos que componen el cemento se disgregan, crean una oxidación y la oxidación es una fuerza lenta, pero imparable, y acaba rompiendo el cemento.

 

Y ahí la solución es difícil.

Sí, y es una pena porque la loseta de vidrio es de una calidad preciosa, está hecha a mano, tiene burbujas, texturas… Bueno, esto fue la primera época, que fue muy interesante, después ya vino la loseta de producción industrial.

 

Se podría decir que su trabajo como vidriero desplazó casi al de pintor.

Hasta estos últimos años he continuado siempre pintando, pero digamos que los últimos ocho años… Tengo 81 años, sé que necesito plantear un periodo razonable, un tiempo al que pueda llegar, si no me pasa nada. Mi ilusión es terminar, lo he concebido como un gran conjunto y quiero terminarlo. Por tanto estos últimos años ha sido una dedicación total. En verano me reservaba un mes o un mes y medio para pintar. La realidad es que he acabado trabajando únicamente en las vidrieras. Pero bueno, es pintar con la luz y con el color.

Ahora mi hijo Antoni Vila Delclòs colabora conmigo en la realización de las vidrieras, en la parte que viene después del proyecto. Es una parte del trabajo muy importante que él resuelve muy bien. Porque cada pieza de vidrio tiene que llevar la referencia del que ha sido escogido. Yo en el trabajo con las acuarelas puedo hacer una azul que se va volviendo más claro, más claro hasta llegar a un blanco, y esto es una pincelada, pero en la realidad serán cinco vidrios distintos de una azul más claro, más claro, más claro hasta llegar al blanco. Realmente, poner el color del vidrio es como traducir de un idioma a otro, realmente es así, por lo tanto es un trabajo muy importante. Es un trabajo que hay que hacer con mucho cuidado

A veces hay colores con tonos muy oscuros para resaltar otro que es más claro, para darle más luz. En un trabajo tan largo tienes que inventarte pequeños truquitos para facilitarlo. Son necesarios para dominar la obra. No puede la obra dominarte a ti.

Hay otros problemas para los que hay que inventar soluciones. Lo normal es hacer el dibujo a tamaño real y sobre él ir poniendo los números de identificación. Pero cuando una vidriera tiene seis metros, esto es imposible. Ideamos reducir fotográficamente a una medida a la que lo podía dominar todo. En una vidriera normal no sueles tener estos problemas pero en este caso sí.

 

¿Qué supone para Ud. dar luz a la penumbra mística?, ¿qué planteamientos tiene un vitral no figurativo de discurso religioso?

En realidad, entras en un templo concebido con un sentido de espiritualidad. Recuerdo la impresión que tuve al entrar en la mezquita de Córdoba, percibes que aquello es espacio fuera de lo normal, un espacio no histórico, místico, impresionante. Creo que buenos arquitectos a lo largo de la historia de la humanidad hay muchos, pero genios hay muy pocos.  Hay algunos arquitectos a lo largo de la historia que han creado un ambiente místico, ¿cómo?, a través de una sensibilidad, generalmente es a través de saber crear una dimensión fuera del tiempo histórico. Gaudí es uno de estos arquitectos. Me gusta más decir místico que religioso. Al hablar de religioso pensamos en una religión determinada, evidentemente Gaudí era muy católico, pero transciende un cierto sentido católico al uso y transciende su época en su obra.

Él decía que quería que fuese un templo alegre, que no fuese oscuro, que el sentido religioso no lo diera una oscuridad tenebrosa sino la luz. Dice de la Sagrada Familia que será el templo de la luz armoniosa. Está hablando de espiritualidad.

 

¿Cómo le influyó un genio como Gaudí en su obra de los vitrales para la Sagrada Familia?

Pasé mucho tiempo estudiando el uso que había hecho Gaudí de los vitrales en sus distintos edificios. Descubrí que hay una primera época en la que parece que no le interesan mucho los vitrales, le encarga a alguien que se los haga y si le place lo que le han hecho lo pone y ya está. A partir de la casa Batlló, por el 1904 o 1905, seguramente por influencia de Jujol (otro gran arquitecto pero mucho más joven que Gaudí), empiezan a darle importancia a la vidriera.

Pero en la Sagrada Familia hay unas pocas indicaciones, no llegó a decir si serían así o serían de esta otra manera, pero hizo algunos comentarios, como que no quería esmaltes ni grisalla. Grisalla es como un esmalte que puede ser negro totalmente cuando es opaco o un gris cuando dibuja un pliegue de un ropaje de una santa. También quería que la parte superior de los ventanales fuese blanca y dejase pasar la luz que ilumine las bóvedas,  porque en las bóvedas hay mosaicos, y la inferior más oscura. Esto es exactamente lo contrario del gótico. Pero él no, él quiere la luz rebotando en las bóvedas.  Prácticamente son tres o cuatro ideas concretas que para mí no ha presentado ningún problema respetarlas y seguirlas. A Gaudí le preguntan de qué color pintaría la iglesia y él responde que el sol es el mejor pintor. Ahora en la Sagrada Familia ya puede verse como los colores de los ventanales se proyectan en las columnas, en el suelo…

 

¿Sería lo mismo conceptualmente una vidriera para la catedral de Colonia que tener como materia nuestra luz mediterránea?

No, evidentemente hay que pensar en la luz que tenemos aquí, en el efecto de la luz sobre el vidrio de color. Aquí podemos permitirnos un atrevimiento en el uso de ciertos tonos oscuros. En una catedral nórdica la luz es mucho más temperada y allí habrías creado una masa negra.  El sol siempre está cambiando y así pues la vidriera siempre está cambiando con él. De pronto te proyecta los colores sobre unas columnas, de pronto ya dejan de estar tan iluminadas y pasan a la siguiente… Es un elemento vivo que está cambiando siempre.

 

Leí una reflexión mientras preparaba la entrevista, que dice así “el arte que es público, que comparte espacio con el espectador que lo encuentra, se manifieste de forma figurativa o no, debería llegar a ser (a distintos niveles) entendible para el que lo contempla y no tan sólo para el que lo realiza”.

Yo te digo que la persona no va a entender sino que va a sentir. Que es lo que yo he intentado.   Este templo es visitado por gente de todo el mundo. Por católicos, protestantes, judíos, hindúes… Un día, con una discípula de mi padre, fui a visitar la Sagrada Familia. Nos sentamos en un banco de piedra y a nuestro lado había una mujer con un niño vestida con un sari. Aquella señora estaba llorando y mi amiga le preguntó qué pasaba. La mujer respondió que estaba emocionada.

Es lo que he intentado, crear un ambiente de espiritualidad. Creo que una religión es una forma concreta de espiritualidad. Para mí la espiritualidad transciende el catolicismo, protestantismo, lo que sea, es común a todas las religiones.

He intentado crear ese espacio de espiritualidad que se siente, es difícil de explicar. La arquitectura de Gaudí, te sobrecoge, hay algo intangible. Estás en un espacio fuera del tiempo, fuera de la historia. Es un espacio místico.

Creo que en la Sagrada Familia, Gaudí consigue este espacio y pienso que la luz de las vidrieras, de alguna manera, ha ayudado a que sea más tangible, porque el color tiene un efecto psicológico sobre la persona. He dicho siempre que he intentado crear una gran sinfonía de color.

 

Puedes leer la entrevista en el nº15 de Opticks Magazine «Luz, pinchando aquí.

 

Publicación : 04 de octubre de 2014

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