Poemar el mar

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Lo primero que me viene a la cabeza, después de haber tenido la suerte de encontrarme con este libro, es lo entrañable que me resulta la idea que lo nutre. Antonio García Teijeiro pretende – y sin lugar a dudas consigue – atrapar el mar en versos que juegan entre las rimas como si fuesen olas que van y vienen. Versos que mojan y burbujean en el alma, versos que envuelven de una sed lírica que no se agota; como el mar.
Las metáforas nos llegan como caricias dulcísimas del viento y a la vez pellizcan nuestra conciencia.
Poemas llenos de imágenes que activan el pensamiento y el corazón; sensorialidad impregnada en la palabra del poeta. Poemas que cantan los desvelos y preocupaciones por el devenir del mar, pues la poesía bella no anda exenta de mensaje. Un ideario a la altura de su imaginario.

Así el poeta nos expresa lo dicho, en versos como estos:

“El mar
está triste,
con muchas heridas.
Unos peces se ahogan
¡ Salvemos su vida ! “

Y lo expresa con la forma física del oleaje y el movimiento de los peces, es decir, de manera escalonada, como un vaivén, como un sumergirse y ascender queriendo cerciorarse de que todo está en su sitio, de que el mar sigue su evolución natural.
Los juegos de palabras nos remiten a una infancia marinera. El son de mar habita en el interior del poeta.
El poema, se convierte así en la consecuencia del juego, o incluso muchas veces es el juego mismo; esa función lúdica tan necesaria de la poesía que nos conecta con el ser que siempre fuimos y no queremos abandonar. El poeta es un niño que juega y sueña, y percibe la realidad en tal proceder y nos la ofrece limpia, con la belleza de lo puro.

Así, encuentra palabras para dar salida a sus anhelos. Nos dice el poeta:

“ He encontrado
una palabra
que rima
con la sonrisa del mar:
sonrimar. “

¿Acaso no es esta recreación del lenguaje una de las formas que la luz de la inspiración ofrece a la poesía?
El efecto de la personificación le da al poemario una entidad que nos hace establecer un diálogo con el propio mar.
Y es aquí donde reside otro de los misterios que otorgan claridad al acto poético. Y este misterio que ilumina y asombra, no es otro que el hecho de comunicarse. Esa facultad para la que fue creado el lenguaje. Escribir y leer es comunicación en plenitud, y para ello el poeta utiliza todos los recursos estilísticos y expresivos que le son necesarios.
Y así, retomando el pórtico de esta reseña, concluyo mi comentario diciendo, que después de haber leído esta propuesta de Antonio García Teijeiro, puedo afirmar sin temor a equivocarme, que estamos ante un libro atractivo y bien construido. Poesía que se siente, que acaricia y envuelve, pero también, como el mar, rompe, burbujea y nos lega la espuma
Salud, risas y abrazos a capazos.

 

Título. Poemar el mar
Autor. Antonio García Teijeiro
Ilustraciones. Xan López Dominguez
Editorial. Anaya. 2018

Por Luis Miguel SanMartin

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